miércoles, 25 de enero de 2012

LA MARIPOSA NEGRA: VINCULOS OSCUROS (1)


“¡Soy Rima!”
Las sílabas aletearon libres, alegres, sin tiempo. Pero ya no tenían los matices tan característicos de la rumana, sino que hacían retornar los ecos de una voz que brotaba en mis pesadillas.
La voz de Rima era una hebra, una hebra de energía oscura que tal vez no le pertenecía. Sus labios, sin saberlo, transportaban los susurros de un alma perdida, el fulgor sonoro de un mundo antiguo y casi agónico que ahora se dilataba en las cenizas de mis venas. Había nuevas reglas que esperaban brotar de los pulmones. Fuera, el mundo atravesaba los mismos signos, serenos o agitados, donde no cabían las quimeras. Dentro, en mi apartamento, las paredes  se tornaban distintas, se transformaban en cataratas que brillaban de fiebre.
 El sonido de una sirena hendió la niebla sobre el mar, mi mar, y me arrojó a la realidad del silencio que contenía.
-    ¡Rima! ¿Qué ocurre? ¿Te ha sucedido algo? – pronuncié al fin, rompiendo el murmullo de nuestras respiraciones.
-    Estoy bien –contestó con tono calmado–.  Sólo quería saber cómo te encontrabas.
-    Sube.
-    Da igual. Sólo...
-    Sube. Te abro.
Accioné el mando del portero automático y dejé la puerta del apartamento entornada mientras aguardaba a que llegase. Me pregunté quién le habría dado mi dirección, pero la respuesta era sencilla: el bocazas de Héctor.
-    Hola, espero no molestarte a estas horas –dijo Rima, saliendo del ascensor.
-    En absoluto –respondí, esforzándome en denotar tranquilidad–. He llegado hace poco.
Nos miramos indecisos por unos momentos, como si hubieran transcurrido siglos desde nuestro encuentro, y finalmente nos dimos un apresurado beso en el rostro.
-    Pasa. Siéntate por ahí –dije, adentrándonos en el salón.
-    Gracias –susurró con timidez.
-    ¿Seguro que no pasa nada?
-    Nada. No he recibido más... visitas. Todo ha estado muy tranquilo. Quería pedirte perdón por meterte en aquel lío.
-    No te preocupes. No tuviste la culpa. ¿Cómo reaccionó tu amiga...?
-    Sight. No concedió importancia al robo de la bolsa, sólo le interesaba saber si estaba bien.
-    ¿Le hablaste de mí?
-    Sí. ¿Te molesta?
Expresé un ademán, dando a entender que me resultaba indiferente, y Rima hizo una pausa calculadora antes de continuar.
-    Le comenté que te había conocido por casualidad –prosiguió, mientras yo enarcaba las cejas al oír la palabra “casualidad”–, y que actuaste para defenderme de forma muy caballer… ¿cómo se dice?
-    Caballeresca.
-    Eso. Y también me preguntó si habías resultado herido –concluyó.
-    Más que caballeresca, fue una intervención impulsiva y atolondrada. Pero, en fin, se agradece la preocupación por parte de tu amiga. No hay demasiados robos en esta zona, aunque, a veces –añadí, tratando de restar importancia al suceso–, ocurren cosas inesperadas y desagradables como esa.
Rima pareció relajarse con mis palabras. Se quitó el abrigo y se acomodó en un sofá. Su cabellera se desplegó como una laguna azul oscuro sobre el tapizado beige. Llevaba puesto un jersey de cremallera que dejaba al descubierto el medallón de la mariposa negra entre las orillas de un pronunciado escote. La visión de la ambigua figura me recordó que había advertido algo más en el cuerpo de Rima, algo con significados sutiles que sobrepasaban una apariencia inofensiva, pero no conseguí precisarlo.
-    ¿Te apetece tomar algo? –propuse–. ¿Una copa?
-    No bebo alcohol.
-    Puedo traerte algún refresco.
-    ¿No tendrás té?
-    ¿Té? Sí, claro. Hay en la nevera: yo lo tomo frío. Pero te preparo uno enseguida.
-    No, da lo mismo. También me gusta frío. De todas formas el té que venden aquí es muy… –se detuvo para buscar una palabra– flojo.
-    Éste no. Es Ahmad.
-    Sí. Lo conozco. No está mal.
-    Vuelvo enseguida.
Regresé con dos tazas de cristal que contenían un líquido de color sanguinolento. Rima se había levantado y curioseaba algunos objetos junto al equipo de música.
-    ¿Azúcar? –sugerí, acercando el azucarero y una cucharilla.
-    Sí, gracias, me gusta muy dulce –replicó sonriendo.
Se sirvió una generosa cantidad y removió el azúcar a conciencia. Luego, depositó la taza sobre el mueble y señaló una daga plateada con un starga, un ojo, tallado en la empuñadura y caracteres en pashtún.
-    ¿Dónde conseguiste ese cuchillo? –preguntó, mientras daba la sensación de que estuviera calibrándolo con la mirada.
-    Es un chaku sagrado, me lo regalaron en Kandahar, en Afganistán.
-    ¿Alguna mujer?
-    No –sonreí yo ahora–. Un mullah, un guía religioso, al que le extraje metralla de las piernas. Una barbaridad. Al final me cansé de contar los fragmentos, pero se libró de la amputación.
-    ¿Y por qué es sagrado?
-    Se supone que protege de los diablos, fuerzas malignas y cosas por el estilo.
-    ¿Y tú crees en esos poderes?
-    Claro que no. Es sólo el mejor presente que podía ofrecerme aquel buen hombre; rechazarlo hubiera significado una ofensa.
Rima se apoderó de la daga, dejó que rodara en la palma de su mano y cerró los dedos, haciendo bailar la punta de un lado a otro con destreza. Hizo una mueca y la devolvió a su lugar.
-    Como protección... como arma, quiero decir, no vale mucho, pero es bonita.
-    Para mí representa algo más.
-    Ya te entiendo… –musitó, sin parar de husmear–. Esa foto es de Stonehenge, ¿no? –pronunció el nombre con acento perfecto y  apuntó con el dedo a una de las escasas fotografías que había en el salón–. Perdona si soy un poco cotilla.
-    No eres cotilla, eres curiosa.
Parpadeó silenciosa, quizás pugnando por captar la diferencia.
-    Sí –continué–, el escenario es inconfundible. Estuve allí con unos compañeros ingleses.
-    ¿Has estado viviendo en Inglaterra?
-    Estuve unos meses residiendo en Portsmouth.
-    En Portsmouth hay una base de la marina inglesa, si no me equivoco.

- Cierto.
- ¿Y tú que hacías por allí?¿Trabajando como médico?
Ella tenía razón: no era curiosa, era cotilla. Antes de contestar, el destello de una imagen resplandeció en mi subconsciente al rememorar aquella estancia en Inglaterra: el símbolo céltico del trisquel, una cruz de tres brazos en espiral unidas por el centro, era semejante al tatuaje que había distinguido la noche de nuestro encuentro.
-    ¿Hago muchas preguntas? –dijo con aire ausente, sin aguardar respuesta–. Es para conocerte un poco. En realidad, me da igual quién seas o lo que seas. No es asunto mío.
-    No se trata de eso, Rima. Sólo estaba pensando..., el tatuaje que tienes en la zona del sacro,  ya sabes, al final de la espalda...
-    ¿Encima del culo?
-    Bueno, sí –carraspeé–. La otra noche me fijé en él.
-    ¿En mi culo?
-    Sí. ¡No! En el tatuaje quiero decir –de nuevo, no sabía si la rumana no acababa de entenderme o le gustaba jugar conmigo–. Al principio, los trazos me sugirieron la forma de unos pétalos, de tres pétalos, pero he recordado ahora que se parece mucho a un trisquel.
-    ¿Y qué es eso?
Se consideraba al trisquel una representación céltica, aunque quizás era mucho más lejana. Para los druidas simbolizaba el ciclo perpetuo de la evolución: pasado, presente, futuro. En tiempos recientes, sin embargo, había cobrado un sentido bien distinto: el llamado BDSM. Este término era un acrónimo que englobaba diversas prácticas relacionadas con las expresiones de sadomasoquismo y dominación popularizadas en la película de “Historia de O”.
 Contemplé la complexión firme de Rima, sus pantalones ceñidos de terciopelo elástico bajo los que podía adivinar un etéreo tanga: no me suponía un esfuerzo imaginarla disfrazada con el típico atuendo de cuero asociado a esas  tendencias eróticas. Sacudí la cabeza contrariado. Me estaba contagiando de los desvaríos morbosos de mi amigo, el DJ loco.
-    Nada – contesté, atrapado todavía en mis abstracciones –. No importa.
-    ¿Quieres que te lo enseñe? –sugirió, sacándome por fin de mis despropósitos.
-    ¡Qué! 
-    El tatuaje – aclaró con paciencia.
En ese instante volvió a sonar el timbre del portero automático. Sentí una mezcla de irritación y a la vez de alivio por la interrupción: empezaba a sufrir un familiar dolor de cabeza y a ver el techo grisáceo de mi habitación con tintes carmesíes. Podían pasar días sin que nadie tocase el timbre y de forma inusitada recibía dos llamadas casi consecutivas.
-    ¿Quién? –pregunté con la esperanza de que fuera una equivocación.
-    ¡Abre, pasmarote, soy Mónica!


21 comentarios:

  1. En primer lugar has puesto una de mis canciones preferidas...Grace Jones,me encanta.Le estoy tomando aprecio a la mariposa negra aunque has de tener cuidado con Rima,está metida en asuntos oscuros y el trisquel dice mucho de ella.
    Por cierto tengo un trisquel,pero no tatuado en el culo....
    Mi beso.

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  2. Que inoportuna la aparición de Mónica! Estaba en la mejor parte...y enfrió la historia.
    En la próxima conocerás el tatuaje?
    Muy buena la publicación, la imágen ni que hablar y la música de más!
    Abrazos mil y mil gracias por visitarme.

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  3. Hola mi querido Inti!!
    Veo que estás muy bien acompañado,jaja,qué le vas a decir a Mónica?,quieres que se encuentren las dos mujeres?.
    Y qué significa realmente ese tatuaje en Rima?,qué busca de él?
    La verdad es que es muy cotilla,quiere sonsacar toda la información que pueda,con qué fin??,eso tendrás que averiguarlo tú.

    La historia cada vez es más interesante y quiero saber más,jaja,es que yo también soy cotilla,jaja,quiero decir...curiosa!

    Sigue mostrándonos tu relato como un cuadro con pinceladas reales e imaginativas,de claroscuros.
    Todo ello muy bien relatado que de nuevo me hace sentirme dentro de la historia.

    Un fuerte abrazo y ...felices sueños amigo mío!!!
    PD.Me ha gustado la canción!!

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  4. Hola Inti.
    Te debía la visita,por motivos de salud no pude pasar, con todo mi cariño te deseo que el año nuevo sea muy generoso contigo.

    Me tiene enganchada tu historia, como siempre me deja con ganas de más.
    Un abrazo...

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  5. Hola Inti, Rima es de esas mujeres por las que cualquiera pierde la cabeza y la compostura...No te fies ni un pelo o acabarás en las últimas.Aunque sarna con gusto no pica ya lo sabes.Un beso.

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  6. Tus relatos enganchan, es un placer leerte.

    Un beso.

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  7. Nada como un buen tango para acercar posturas,
    besín,
    ana

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  8. MJ, es verdad que el trisquel es un tatuaje que también se pone mucha gente y no tiene ninguna significación sexual, simplemente porque les gusta el dibujo. Por cierto, ¿dónde tienes el tatuaje? (si se puede saber, ja, ja)
    Besos.

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  9. Cristina, que alegría verte de nuevo por aquí.
    El personaje de Rima y el personaje de Mónica son como dos fuerzas de la naturaleza que necesariamente van a chocar, y JM, el pobre, en medio. Qué mala suerte.
    Besetes.

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  10. Hola, mi Estrella, la más preciosa de todo el cielo.
    Pues sí, aquí van saliendo muchos "trapos sucios" , muchas anécdotas, pero al final mira que he tenido mala suerte con las mujeres..., en el sentido de que me metía en unos líos tremendos sin comerlo ni beberlo. Igualito que le va a pasar al pobre JM del relato.
    La verdad es que reírse de uno mismo es muy sano, pa qué va a quedarse uno amargao, ja, ja.
    Besazo.

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  11. Madison, mira qué bien, qué gusto me da tener noticias tuyas por aquí, tienes que levantar más la vista de tanto libro y pasear por estos paisajes exóticos. Que sepas que tus recomendaciones de lecturas me inspiran mucho.
    Besos.

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  12. Luz, no te preocupes, yo no me olvidaba de ti, y espero que estés recuperada y te encuentres con fuerza y optimismo. Me alegra mucho ver tu comentario aquí.
    Un beso.

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  13. Pepi, y que lo digas, tienes razón, Rima es como una sirena, te atrapaba con su belleza pero puede ser peligrosa. Aunque no te fíes de las apariencias, a lo mejor tiene sus razones y no hay maldad en ella. A lo mejor.
    Joé, esto me parece de culebrón, nunca había pensado que anécdotas de mi vida mezcladas con buenas dosis de fantasía pudieran parecer un culebrón. Qué cosas.
    Un beso.

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  14. Vaya, pareces contrariado, dos mujeres 10 en casa y te has puesto nervioso. Ningún hombre entendería tu postura... :):):)
    Perdona por el vacile, si tú realmente solo tenías interés por ver el tatuaje, para estudiarlo más detenidamente y comprobar si se correspondía a los datos que sabias sobre trisque.
    Bueno, a ver que pasa que me quede intrigada, es que soy muy curiosa. :)
    Me están fascinando estos capítulos de la mariposa negra.

    Besitos.

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  15. El atractivo misterioso de Rima llega a embriagar. Ese aire de misterio atrae que es imposible pensar claramente, Yo creo que la llegada de Mónica le da a la novela ese punto de suspense.

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  16. María, gracias, a mí me inspira ese farol que has puesto en tu foto, me sugiere misteriosas aventuras en la noche.
    Un besote.

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  17. Barry White tampoco está mal para acercar posturas. O simplemente silencio y un rayo de luna.
    Besos.

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  18. Campoazul, es que me pongo nervioso cuando tengo una mujer cerca. No te digo con dos, ja, ja.
    Besotes.

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  19. Night, esos dos personajes son como el día y la noche, como el perro y el gato. A mí me gustan cosas distintas del caracter de las dos. Cierto aire de misterio está bien, puede ser atractivo, pero nadie debe ser siempre una isla.
    Besote.

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  20. Menos mal que me has pillado en una tarde con super tiempo libre, empiezas a leer y tengo que seguir muakisssssssssssss

    P.D. Eso me pasa por tardar en visitarte muakisssssssssssssss

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