lunes, 2 de abril de 2012

LA MARIPOSA NEGRA: EL DUKH (1)

El corazón del casco antiguo se hallaba en la cima de un pequeño monte. En el mismo emplazamiento, los primeros fundadores de la ciudad habían erigido un inmenso altar donde, según relataban las crónicas romanas,  la luz de la luna despejaba la boca de un vórtice sediento que transmitía los ecos de ceremonias bárbaras hasta los reinos de dioses innombrables. La calle que transitábamos no era demasiado amplia, sin embargo las losas del pavimento eran recientes y lustradas hasta reflejar un brillo de hielo. Edificios de escasa altura fluían paralelos, haciendo alarde de grandes cristaleras opacas y portales de mármol grisáceo con videocámaras de seguridad. La zona había sido sometida en los últimos años a un proceso de remodelación y se había convertido en un barrio suntuoso y de moda.
-    El Dukh está a la vuelta de esa esquina –dijo Mónica, frenando su marcha y obligándonos a detenernos.
-    Menos mal que llegamos –gruñí.
-    No reniegues tanto y deja que te arregle un poco. A ver… Sácate la camisa por fuera, hombre, que pareces un carcamal –sentenció, a la vez que me introducía los dedos por la cintura del pantalón  y tiraba de la camisa.
-    Pero si llevo chaqueta –protesté.
-    Entonces será mejor que te la quites, con el calor que hace…
-    Pues yo lo veo bien –intervino Rima.
-    Tú qué sabrás, si vas vestida como una hortera –refunfuñó Mónica.
-    Que no me insultes  –replicó Rima blandiendo un puño–. ¡Y deja ya de meterle mano!
Mónica se aprestó a refugiarse detrás de mí mientras  yo me quedaba boquiabierto ante los conocimientos prácticos de castellano de la rumana.
-    Haz el favor de controlar a tu fiera, JM –dijo Mónica, recobrando su humor habitual.
-    Parad de comportaros como crías.  Yo voy bien así. Estoy seguro de que ese bar será más refinado que el Brutus.
Y no estaba equivocado. Pero no sólo en un sentido estético, sino también en otros que no podía ni sospechar.
El muro frontal del establecimiento parecía augurar la existencia de un lugar que se erigía sobre los cimientos de lo insólito. Desde la parte superior descendían   guirnaldas de pequeñas baldosas que se rizaban entre sí como estelas de un mar roto y sombrío. Incrustado entre las piedras de color greda volcánico, brillaba un bloque de porcelana con el nombre del local, el Dukh, y debajo podía leerse  Bar Show.
 Dukh, si no me traicionaban los vagos conocimientos de idioma ruso adquiridos hacía tiempo durante mis estancias en países de la antigua Unión Soviética, significaba espíritu o quizás fantasma.
En el marco superior de la puerta, sobresalía, a modo de emblema, el talle de una gran mariposa negra. La única relación que acertaba a establecer entre la figura y el nombre del bar era que las mariposas representan en ciertas culturas a las almas de los muertos. Debajo del escudo, se alineaba una inscripción con extraños grafismos que recordaban a una mezcla de escritura árabe y cuneiforme. Los signos aparecían pintados de tonalidades chillonas,  desentonado con el resto de la decoración.
-    Fíjate, Mónica –musité inclinándome hacia ella–, esa especie de grafiti de colores en la parte superior de la puerta…, no pega nada con el decorado tan esmerado del exterior.
-     ¿Qué dices? –replicó Mónica– Yo no veo letreros de colorines en ningún lado… Déjate de guasas, ya hemos tenido suficiente esta noche.
Hablaba completamente en serio, pero opté por no insistir. Mónica llevaba razón: ya habíamos tenido bastante.
En el corredor de acceso, una  plancha de metal dorado anunciaba “Abierto todas las noches” y más abajo advertía “Reservado socios e invitados”. Con tales indicios, resultaba obvio suponer que se trataba de un lugar a todas luces exclusivo y caro. La presencia del portero, ataviado con un congruente traje oscuro de corte irreprochable, contribuía a cimentar mis conjeturas.
 No me preocupaba que una copa costara tres o cuatro veces más  que en el Brutus, pero nuestro aire de trío estrafalario y promiscuo no incitaba en absoluto a que fuéramos considerados unos clientes VIP.  El semblante  del  individuo apostado como guardián del umbral, hosco, con facciones de guerrero mongol, unido a la enérgica postura de su monumental complexión, no contradecía mis razonamientos. “Parece     –pensé, pese a todo divertido por la singular escena que componíamos– que hubieran puesto a la mismísima montaña de Hindu Kush, ‘la asesina’, en vez de un portero”.
  Otro individuo, con gorra de plato y unas llaves en la mano, asomó desde la esquina. Noté que no había coches estacionados en la entrada y deduje que el local debía de poseer su propio aparcamiento. Las facciones del aparcacoches me resultaron familiares  y hubiera jurado que se trataba del mendigo que, con notable corrección, me había abordado una tarde a la salida del Brutus para prevenirme de que estaba siendo seguido por dos extraños. El sujeto dio media vuelta y volvió a perderse en el lateral del edificio, sin que tuviera tiempo para confirmar mi percepción. En cualquier caso, habíamos llegado ya hasta la puerta.
-    Hola, Sergei –saludó la rumana.
-    Buenas noches, señorita Rima –contestó el portero con un vozarrón y marcado acento, pero con tono respetuoso, a la vez que franqueaba el paso.
-    Hola, Sergei –repitió  Mónica.
-    Hola, Mónica. ¿Cómo está?
-    Bien. Hoy no es una visita de trabajo, vengo con una persona muy especial.
-    Oh, sí, comprendo.
-    No, mira, es un buen amigo, mi mejor amigo. Sergei –me aclaró Mónica– es el encargado de seguridad y hombre de confianza de la dueña.
-    Comprendo, gracias- intervino el portero. 
-    Sergei –continuó Mónica con una sonrisa–, te presento a JM.
-    ¿JM? ¿Es un nombre español?
-    No, no, Sergei. Es que los amigos siempre le llamamos así, es un apodo, ¿entiendes?
-    Sí… Comprendo, comprendo. ¿Cómo está usted, señor? –dijo, extendiendo una mano descomunal.
-    Mucho gusto en conocerle –contesté.
 Respondí a su gesto y sentí que una poderosa presión atenazaba mi mano.
Después de los recelos iniciales, me quedé perplejo al constatar que no sólo éramos bien recibidos, sino que mis acompañantes trataban a aquella especie de anomalía de la naturaleza con indudable confianza.
Desde dentro, Rima se giró mirándonos con muestras de impaciencia.
-    ¿Está la jefa, Sergei? –preguntó la rumana.
-    Sí. Está arriba.
-    Gracias. ¿Y vosotros a qué esperáis? –nos espetó.
Sergei mantuvo abierta la pesada puerta y penetramos en el mágico territorio del Dukh.

El lugar albergaba un espacio muy alejado de todo lo común. De las paredes crecían tallos de plantas umbrías, como venas retorcidas, enmarcando murales que reproducían sensuales siluetas humanas al estilo de los mosaicos de Klimt. La semioscuridad desaparecía alrededor de numerosas vidrieras elípticas desde donde emanaba una claridad húmeda y, bajo la vacua luminosidad, me inundó la asfixiante aprehensión de que nuestros espíritus estaban siendo reconocidos y pesados. Las mesas de madera con tonos cereza y las lámparas tiffany  desprendían un vago ambiente Art Déco.
 La mezcla en su conjunto no resultaba disonante pero, de algún modo que no aceraba a definir, me provocaba la sensación de deambular por las entrañas de un monstruoso animal que yacía en un inalterable letargo.
Antes de alcanzar el centro de la sala, se encumbraba una escalera helicoidal que conducía en su cénit a una cabina de música instalada en una suerte de púlpito barroco. Desde allí, un oculto DJ alumbró el paraíso de una voz. La voz sin confines de Tarja Turunen en una balada gótica, ascendiendo con el empuje de un millón de gargantas y hundiéndose hasta horizontes abisales:
“en sueños llegó…
esa voz que me llama
y dice mi nombre”
 El público era diverso, extranjeros y del país, ostentosos o reservados, extravagantes o sobrios, todos con pinta de no carecer de medios para pagarse un capricho y con algo en común en la mirada: la avidez de contemplar un espectáculo que prometía ser excepcional, muy distinto del que podrían haber sido testigos en las rutas turísticas comunes de cualquier lugar del mundo.
A esas horas de la noche, era probable que ya se hubiera desplegado alguna actuación previa en la arena del escenario circular, pero saltaba a la vista que el interés del público no había disminuido.
Esperaba tener la oportunidad de presenciar uno de esos shows y, entre tanto, Mónica y yo nos acoplamos junto a la barra, de lujosa encimera negro carbón. Había perdido el rastro de Rima y no acertaba a localizarla por más que escudriñaba todos los ángulos.
-    ¿Dónde se habrá metido Rima? –murmuré–. Iba delante de nosotros y ha seguido recta hasta el fondo.
-    Qué más te da –respondió Mónica–. Estará haciendo pis o merodeando como una loba en cualquier rincón.
-    Pero mira qué eres perversa –dije cariñosamente–. Oye, ¿no la habías visto antes por aquí? El gigantón de la puerta la ha saludado como si fuera de la casa.
-    Pues no la he visto nunca y creo que conozco a casi todos los que trabajan en el Dukh. Tampoco Sight me ha comentado nunca nada acerca de la rumana.
-    ¿Sueles charlar con ella?
-    ¿Con quién? ¿Con Sight? No mucho, pero a veces nos hemos reunido en su despacho. Es una mujer fantástica y muy abierta y cordial, al menos conmigo. No sabes lo increíble que son sus andanzas y la de sus colaboradores  Yo también me explayo a gusto, ya me conoces.
-    Sí, no hay que darte mucha cuerda, pero no me habías contado nada, ¿de qué hablas con ella? –pregunté sin excesiva curiosidad.
-    De nada en particular. Ella me cuenta anécdotas de su negocio, de su país…
-    ¿No es española?
-    No, es rusa. Bueno, rusa no, de un sitio de esos que pertenecían a Rusia y que tiene un nombre muy raro. Uno de esos que terminan en tán. Como Afganistán, pero no es Afganistán, claro. Huy, perdona.
-    ¿Por qué?
-    Por recordarte a Afganistán.
-    No pasa nada, Mónica –dije, tranquilizándola–. Pensé que esa mujer sería inglesa o americana, por su nombre, Sight, aunque el nombre del local creo que es ruso.
-    Lo de Sight es un apodo, aunque no me ha explicado de dónde viene. Ahora que lo pienso, en detalles personales no se ha extendido y eso que yo sí he hablado de mis cosas.
-    ¿De tus cosas? –musité con una sonrisa.
-    Ya sabes, sobre los líos de mi matrimonio, sobre ti, sobre mi trabajo como…
-    Espera, espera –corté–.  ¿Qué le has dicho de mí?
-    Ay, nada importante. No sé…, cómo nos conocimos, tu trabajo, tu blog en internet, ella es muy aficionada a la poesía y…
-    O sea, toda mi vida.
-    Que no, que no he mencionado en absoluto tus otras ocupaciones raras.
-    ¿Raras? Para mí que te estaba sonsacando.
-    ¿Cómo dices? –preguntó sorprendida.
-    Que te estaba tirando de la lengua.
-    ¿Pero te crees que soy tonta? Aunque, ya que insistes, admito que se interesó por ti. Insinuó que le gustaría conocerte… No, no te hinches como un pavo, si dijo eso es porque yo siempre te pongo por las nubes. Si surge la oportunidad de presentártela, ya verás qué chasco se llevaba.



25 comentarios:

  1. JM:
    A ver,
    cuáles son "esas otras ocupaciones rara"?
    Mira que te gusta que entremos al trapo, jo!
    Me río mucho contigo, tu escritura en los diálogos en muy fresca y es muy gráfico el texto, es que por un momento, casi me parece haber estado en el Dukh con vosotros. jejeje, no sé, creo que ese sitio no me habría gustado mucho...me da.
    Un beso amigo mío (te hinchas como un pavo?, estos hombres!)
    ana

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  2. Hola mi querido amigo, creo que esta entrada te ha encontrado rodeado de mujeres....una es compañia, dos son multiud!
    Muy buena como siempre, me dió gusto leerte y la selección musical exquisita.
    Abrazos, buena Semana Santa!

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  3. Un trio de mujeres...... nada más peligroso amigo :-). Siempre un placer leerte y meterme en estos relatos donde la intriga es un placer.

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  4. Ana, ¿ocupaciones raras?, a ver, ¿tomar un chupito de Stolinachya escuchando "serenata a la luz de la luna"?, ja, ja, no, me parece que es otra cosa, bueno, que de todo he hecho un poco, pero me ha servido para conocer tierras lejanas y gentes lejanas.
    Me hace sentir feliz saber que contribuyo a tu sonrisa, me gustaría verte, ya lo creo, por un agujerito mágico, pero no por una webcam, qué churro y encima si me pilla sin ir a la peluquería, juás. En serio, me alegro de que aunque "no sea poesía" disfrutes con mi prosa, algo rara, quizás, pero real sí que es, bueno, diríamos como en las películas "basada en hechos reales" y con la sal y pimienta de mi imaginación y un montón de símbolos, as forever.
    Besos con diablura.

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  5. Cristina, y que lo digas, me encanta contar con compañía femenina, pero tienes razón, con más de una me pongo nervioso y a veces sólo con una también, aunque disimulo bastante bien, o eso creo, ja, ja.
    Besotes gordos.

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  6. Night, totalmente de acuerdo: más peligroso que meterse en un saco de dormir con dos escorpiones, madre mía.
    Besazos.

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  7. …Pues a mi el barrio ese no me acaba de entrar por mucha historia que tenga, ¡y ya con mármol menos que me da yuyu! Y la decoración del Dukh no me da confianza, a saber que pondrá en esas inscripciones debajo de la mariposa negra (Que casi es tu avatar…) estará relacionado con tu medallón por eso Sight pregunta por ti…, a saber, al final acabareis siendo parientes lejanos.
    Bonita foto a la derecha, una a cada lado, está claro que para los lados no te caes. :) :)

    Besitos.

    P.D. ¡¡Anda si andas por aqui...!! jajaja

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  8. Lleva cuidado con el tres Inti.....!!...Encantada como siempre de leerte...Que pases una feliz semana Santa..un besazo..

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  9. Hola Inti!!
    Me gusta leerte,es como tener un libro y cada vez que me siento tranquila lo cojo y leo un capítulo,o...como si estuvieses a mi lado y me estuvieses contando algo fantástico y extraño a la vez que te ha ocurrido,siempre me siento cercana a ti y es como si te estuviera viendo en ese local,algo va a ocurrir y me pongo nerviosa esperando que nos lo cuentes.

    Como me dijiste has puesto una fotografía del Brutus,sonriendo,me gusta!

    Espero volver a coger"este libro"pronto y leer el siguiente capítulo.

    Preciosa la imagen del Paso.

    Un abrazo Inti!!
    Cuídate!!

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  10. me hubiese gustado ver cómo se dilataban tus pupilas al hablar Mónica tanto de ti, lo de ser una máquina ha de servir para algo en ambientes lúgubres y con poca luz, no?

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  11. Hola, Estrellita, perdona pero me tomé unos días para "perderme" pero nada, al final otra vez de vuelta. Me gusta que te metas en mis relatos, a lo mejor nos encontramos en algún capítulo, ja, ja, eso sí, en un lugar que sea bonito y acogedor, nada de sitios raros.
    Ya ves que cumplo tus deseos y pongo fotos sonrientes, cualquiera pensará que me paso el día partiéndome de risa y la verdad es que así, de lejos, parezco habitualmente bastante serio.
    Espero que hayas descansado estos días y hayas estado muy bien.
    Besazos.

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  12. Shang Yue,para ser una máquina tienes mucha sensibilidad y una pasión que brilla con tus palabras. De ser máquina, pensaría en ti más como la "replicante" Rachel de Blade Runner que de cualquier otra manera.
    Besos.

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  13. Mi querido Inti!!
    Me gusta mucho tu nuevo avatar,sonriente como a mi me gusta,quizás puedas parecer serio,persona formal lleno de responsabilidades,pero eso no significa que no puedas sonreir,alegrarte,divertirte,se nota que eres muy cordial y amable y alegre cuando hay que serlo y responsable cuando es necesario.
    Por cierto tu mirada(otro aspecto que me llama la atención sobre una persona)es tranquilizadora,serena.

    Ya está,no te tiro más flores...guapo!!
    Un beso!!
    PD.Gracias por tus palabras,por tu paso.

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  14. Una mezcla explosiva ... eres dichoso entre todas las mujeres :D, pero cuidadín con las uñas ;).

    Me encantó esta entrada, eres único describiendo escenarios magicos, nos envuelves con tus letras y nos haces viajar y envolvernos en tus deliciosas aventuras ....

    Un beso, y gracias por eso...

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  15. Estrella, ojalá fuera siempre tan facil agradar a las personas a las que uno tiene cariño. Una foto, unas palabras... el verdadero valor no está en esas cosas sino en las personas como tú que les dan significado, que saben trasmitir la luz y el calor de su corazón.
    Gracias por estar a mi lado.
    Besos.

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  16. Amie, guapísima, gracias por tus palabras, no creas que se me olvida lo de las uñas y no solo en el sentido material sino también el de los arañazos por dentro, que son los peores. Pero, bah, que nos quiten los buenos ratos...
    Besos.

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  17. Me vas hacer llorar JM,como sigas hablándome con tanta dulzura.

    Gracias a ti,por ser mi amigo.
    Un abrazo corazón!!

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  18. Inti,sabes engancharme a tus entradas tan llenas de misterio y enigmáticas.
    Dicen que dos son compañía y tres multitud...pies de plomo,JM.
    Un beso enorme,enorme que no te borre esa sonrisa tan maravillosa que tienes.
    Mi abrazo

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  19. Campoazul, tengo una deuda contigo, bueno, muchas deudas porque eres genial, intuitiva y encima compasiva con mis despistes, pero que quede claro que despistes no significa olvido, precisamente en este caso todo lo contrario. Pero, en fin, voy a lo de la última deuda que no es otra cosa que responder a tus interrogantes. De hecho, a la mayoría tú misma das respuesta, pues he descubierto en ti una rara facultad adivinatoria y estoy por pedirte la marca del fabricante de la bola de cristal, ja, ja. Ahora en serio, eres muy perspicaz. Bueno, del Dukh te digo que es un sitio de esos muy a la moda, para gente caprichosa y con pasta, vamos , el típico sitio para pijos, nuevos ricos y asociados que no me gusta nada. En realidad es uno de los varios negocios que tenía Sight, la mujer de la mariposa negra, y que le servían de tapadera, no de tapadera en el sentido de "blanquear dinero" u otra actividad ilegal, pero sí para encubrir sus verdaderos propósitos. La placa es en la vida real una inscripción que heredé de mis antepasados en un anillo, a día de hoy no sé lo que significa. Y, en el relato, efectivamente, Sight y el personaje de JM tienen algo de sangre común, aunque remotamente, y ello hace que exista un peculiar vínculo.
    Lo de la foto a la derecha es para aquellos que me ven casi como un ser oscuro e introvertido, encerrado en mis recuerdos. Bueno, pues no soy ningún tío oscuro, un poco raro vale que sí pero menos que un friky. Lo de estar atado a un recuerdo, al recuerdo de Rachel, eso es verdad y no tendrá solución ni quiero que la tenga mientras viva.
    Superbesazos por tu paciencia.

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  20. Estrella, qué duros son los lunes, sobre todo después de unos días de relax, pero qué remedio queda. Que tengas dulces sueños.
    Besitos.

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  21. Mor,cómo me gustó tu entrada sobre "la diosa", es genial. Bueno, a ti te gustan mis enigmas y a mí los tuyos, será que compartirmos ciertos gustos, que nos sentimos identificados con ciertas percepciones. Creo que no es nada malo, ni somos seres raros, muy al contrario, y especialmente en tu caso, lo que hay detrás es una persona que derrocha amor, pasión y vida.
    Besotes.

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  22. Carmen, gracias por esos "besicos rebonicos" que me has dejado en la página de google, mira que me chiflan esas cosas dichas con acento murcianico.
    Buena semana, corazón.

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  23. Pues te cuento: … Son varios los fabricantes de dichas bolas adivinatorias pero tienen sus fallos, mi secreto en adivinar tus “cosillas” está en leer lo que escribes… jajajaja.
    Y la inscripción del anillo me la mandas que en un momentito que tenga libre te la descifro yo, faltaría mas.
    No eres oscuro, eres un tipo con gran corazón en el que caben perfectamente el recuerdo de Raquel y todos los próximos, no es bueno olvidar… no es de humanos.

    Más besitos.

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  24. JM como siempre paso para visitarte y poder leer :) me encanta lo que nos haces sentir con todo esto , así que 3 jajaja ese número es mágico

    En el marco superior de la puerta, sobresalía, a modo de emblema, el talle de una gran mariposa negra. La única relación que acertaba a establecer entre la figura y el nombre del bar era que las mariposas representan en ciertas culturas a las almas de los muertos...... No lo sabía , te digo contigo aprendo muchas cosas

    Besos mi querido JM y un abrazo muy fuerte lleno de cariño ..

    Tío y para ti mas besossss :)

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