martes, 27 de abril de 2010

LA AFGANA (I de III)


-    ¡Fóllatela!
 

A veces sueño con el desierto. Y con huesos que se mecen en la arena como blancas constelaciones de despojos.
En las pesadillas, una voz viene de dentro. Una voz áspera, ciega, que no conoce tonos de compasión, que siega vidas.
 

-    He dicho que te la folles. Aquí. Delante de todos.

Zandrak era un Lord of War, un Señor de la Guerra de Afganistán. Había combatido primero contra los rusos y ahora contra los talibanes. En teoría, un aliado del ISAF, es decir, de las fuerzas de la OTAN desplegadas allí. En la realidad, un ser inmundo, un hijo de puta sanguinario al que lo único que le importaba era mantener sus cultivos de opio.
Después de la muerte de Rachel había abandonado el desierto para ir a España, pero al cabo del tiempo sentí que mi vida estaba completamente vacía y decidí regresar de nuevo a Afganistán. A vestir un uniforme del ejército español y a colaborar con la misión humanitaria. Era un buen sitio para no pensar demasiado en la transcendencia o intranscendencia de estar vivo. Respirar, comer, andar, dormir…Y un día más, despertándose con el polvo rojo del desierto incrustado hasta en las más pequeñas arrugas de la cara.


Ahora estaba en el campamento de Zandrak, donde había sido enviado como enlace de OTAN y para procurar el reparto de medicamentos y otras provisiones. El Señor de la Guerra estaba contento con los suministros. Y para celebrarlo, pretendía que violara en público a Dhara. No se podía llamar de otro modo al resultado de coaccionarme para tener sexo con una jovencita.
Había tenido ocasión de observar a la chica cuando la trajeron al campamento y la bajaron a empellones de un camión. Antes de que la cubrieran con un burka, hubiera apostado  por su aspecto  que no pasaba más allá de los dieciséis.
Ese tipo de espectáculos formaban parte del particular sentido de humor del Señor de la Guerra.
Diversión, sadismo y venganza. Para esa gente, las mujeres no valían para nada que no fuera servir y complacer a sus amos.
Aquella chica, capturada en una aldea cerca de la frontera con Irán, añadía un particular motivo de desprecio: era una guerín, una mestiza, infame mezcla de una afgana y un occidental. Los rasgos de la joven delataban sus orígenes: facciones suaves en el rostro, pelo castaño, casi rubio,  y ojos claros como las aguas de un mar tropical.

-    ¿A qué estás esperando? ¿Es que vas a despreciar mi regalo? –insistió colérico Zandrak, el Señor de la Guerra.
-    Es sólo una niña –argumenté.
-    ¿Una niña? En mi pueblo a su edad ya son madres de dos o tres hijos.
-    Pues en mi pueblo, lo que tú pretendes es una barbaridad. Además, aunque fuera mayor, tampoco se puede hacer. Es un crimen, algo repulsivo. ¿No comprendes que es forzar la voluntad y la dignidad de una persona?
-    Lo que entiendo –dijo con manifiesto disgusto–  es que tú estás aquí para procurar que las relaciones entre el ISAF y yo se mantengan por un camino de amistosa colaboración.  Bueno para la OTAN y bueno para mí.
-    ¿Pero has perdido la cabeza, Zandrak? ¿Cómo se te ocurre proponerme algo semejante?
-    Escucha, español, esa chica es estiércol de camello. Fruto de una relación abominable para nosotros. Y debe recibir el castigo más apropiado. La bastarda debe ser poseída por un occidental como su madre. Pero si no estás dispuesto a cooperar…
-    ¿Qué?
-    No te pongas chulo, español. A ti no voy a tocarte. No sería bueno para los negocios provocar a las fuerzas de la OTAN. Pero de ella se encargarían mis hombres –amenazó, abriendo un amplio círculo con su brazo–. Y cuando se hubieran hartado de ella, se le aplicaría el castigo que manda nuestra tradición: será metida en un agujero, con la cabeza fuera, y  apedreada hasta la muerte.

Lapidación.
Sentí que me abandonaban todas mis fuerzas. La pistola semiautomática de 9 mm que colgaba de mi cinturón se podía considerar un juguete inútil frente a aquella partida de hombres armados con fusiles de asalto Kalashnikov.
De un momento a otro empezaría a soplar de nuevo el Gasmir, el viento de los ciento veinte días, y los gritos de la muchacha quedarían enmudecidos entre los rugidos de aquellos bárbaros y el aliento de los demonios del desierto.

-    Está bien Zandrak. Sea como tú dispongas. Pero con dos condiciones.
-    Habla.
-    En primer lugar: no me acostaré con la muchacha delante de ti y de tu tropa. Lo haré dentro de mi tienda.
-    Hay tan pocas diversiones aquí, tan pocos, cómo decir, shows. Y tú nos quieres privar de uno. Nunca comprenderé por qué sois tan reservados los occidentales. Demasiado delicados. Así no ganareis la guerra.
-    Bueno, qué decides.
-    De acuerdo –accedió a regañadientes–. Pero ni se te pase por la imaginación que vas engañarme. Enviaré a una vieja para que compruebe que has cumplido con tu cometido. Y si no está claro por completo…–hizo un ademán con la mano de rebanar la garganta–. ¿Qué más quieres?
-    Regálame a la chica. Cuando me marche dentro de tres días, que se venga conmigo.
-    Vaya. Primero tantos remilgos para poseerla y ahora te encaprichas de ella. ¿Lo haces para llevarme la contraria? No, mejor no contestes, español. En fin, qué más da. Es basura, puedes quedártela.

Condujeron a Dhara a mi tienda y, sin miramientos, la tiraron al suelo. Le arrancaron el burka negro, raido y manchado de polvo, dejándola desnuda. La chica tenía un cuerpo delgado y largo y su mirada revelaba más odio y repugnancia que terror. Al menos, no presentaba signos de haber sufrido violencia física hasta el momento.
-    Toma, soldado. Esa es tuya toda–dijo uno de los guardianes en un pésimo inglés, al tiempo que hacía gestos obscenos con las manos.
-    Fuera. Largo –vociferé en farsi.
De inmediato, tomé una manta de mi equipo y cubrí con ella a la muchacha.
-    Escucha –dije despacio–, voy a hablarte en inglés. Sé que entiendes muchas palabras. No tengas miedo. Tenemos que marcharnos de aquí. Vamos a marcharnos de aquí. Los dos. Vivos. Pero, antes. Pero, antes…
“Dios Mío, ¿cómo voy a lograr explicárselo a la chica?”
Dhara fijó sus ojos en los míos. En la profundidad de aquella mirada brotaba el resplandor de una férrea determinación por vivir. 

Dejó caer la manta hasta la cintura y se abrazó a mí. Su rostro estaba ahora pegado a mi cuello y sentía la humedad de sus lágrimas contra mi piel.
-    ¿Sabes lo que tenemos que hacer, Dhara? ¿Lo sabes? Si no lo hacemos, te matarán.
La muchacha asintió con la cabeza y se tumbó de espaldas arrastrándome hacia ella.
Una náusea circuló por mis entrañas hasta detenerse en la boca con un regusto agrio.
Con toda la ternura de la que era posible, aparté algunos mechones apelmazados y cubiertos con barro de su rostro.
Y traté de pensar en Rachel. En el tiempo que habíamos compartido juntos como un sueño. En las noches en que nos habíamos amado.
“Rachel”
-    Dhara.
“Te quiero tanto, Rachel”
-    Perdóname, Dhara. Perdóname, cariño.

12 comentarios:

  1. Intimista ...que crudeza y horror entre esa pobre gente.Nunca comprenderé esa mentalidad.Espero,por el bién de ambos que tengas un buen plan...
    Por cierto..¿sabes lo de tu tío?
    Besos.
    Mor.

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  2. Sí, a sitios como ese se entra y, a veces, si sales vivo es de milagro. Y no son cuentos.
    En fin, el relato sigue con dos partes más.
    Gracias por tu regalo, por ese hermoso corazón que me ofrecen unas manos generosas y cargadas de amor. Aquí lo he puesto con mucho orgullo.
    Oye, ahora que haces mención a mi tío, resulta que estaba un poco preocupado. Me dijo que iba a darse una vuelta por tu página de Más Allá del Laberinto y no he vuelto a saber nada. Para mí que se ha quedado por ahí, mirando el escote de esas bellas vampiras. Menudo pájaro está hecho. Espero que sea eso y no algo peor.
    Besos
    JM

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  3. No esperaba menos de el ti. Hay situaciones que nos ponen en la picota, en este caso, es la mejor de las opciones para ella.

    Por desgracia es un relato que es tan real como la crueldad a la que son sometidas las mujeres en los países arabes, donde no tienen voz ni voto; algo incomprensible para nosotros.

    Espero la siguiente entrega, de momento me ha gustado mucho.

    Besos.

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  4. Como te comenté con anterioridad,tu tío está implicado en el relato...el borró las huellas del espejo,pagado por los señores oscuros.Yo de tí ,le vigilaría...creo que le tienen poseído.
    Tengo una duda¿Y la anciana que supuestamente estaría con ellos?
    no aparece en el relato...quizás hace la vista gorda o se vá con vosotros a cambio de su silencio...
    tendréis que escapar al anochecer..aquello estáplagado de matones y con tu pequeña arma no creo que llegues muy lejos...quizás alguna pequeña incursión a la tienda del señor de la guerra te permita hacerte con algunos explosivo y armas suficientes....son conjeturas ,no pretendo cambiar tu relato.
    Besos de anochecer.
    Morgana
    Pd:gracias a tí por llevarte la rosa...todo un placer.

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  5. Capri, qué alegría tenerte otra vez cerca. ¿Has visto en enlace a tu blog? Me he prometido cuando entro a tu blog fijarme sólo en el texto para que no me suba la tensión, pero creo que no puedo. Ah, qué poca voluntad tengo.
    A los que leéis un poco de inglés os recomiendo que pinchéis en el enlace que puse de Poems for Afghan Women, son terribles los versos que escriben esas mujeres, bellos pero terribles. Yo estuve allí y es algo atroz conocer ese mundo. Claro que, por aquí también andan unos cuantos, bestias como los talibanes. Son una partida de anormales y cobardes que no merecen estar libres.
    Bueno, no nos pongamos tristes, que estos son relatos.
    Contento de verte.
    Besos.

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  6. Morgana, lo de mi tío es un misterio y me inquieta. No anda muy bien de los nervios y en su obsesión por averiguar que pasó conmigo puede haber topado con alguno de mis enemigos. No nos queda más que armarnos de paciencia y esperar.
    El relato de la Afgana sigue tal y como son estas cosas. No al estilo James Bond, sino con astucia y suerte. Esa es la realidad. Ya lo verás en la siguiente parte. Lo preocupante era ¿podría perdonarme Dhara si salíamos vivos?

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  7. Todo depende de cómo la trates y de si os enamoráis...

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  8. Intimissss... holita sapito. Hoy vine tempranito, tengo las alas somñolientas. Esta la afgana iupi!!
    La he leído ayer, pero me llamaban y no pude dejar el coment. (fastidio)
    Ya he entrado al sitio que sugeriste, y los poemas son desgarradores.Gran labor de la organización Rawa, mujeres valientes, admirables.
    Me he hecho fan de Nadia Anjuman(gracias Intimis) una de las mujeres poetisas más renombrada(voy a ver si puedo conseguir el libro sobre su vida "La piedra de la paciencia") que escribía a escondidas junto a otras. Y fue asesinada solo por este "pecado" cuando su primera obra fue publicada !Que horror!
    Te digo que yo allí no duro ni 1 hora, me dejo matar, pero luchando con gusto. Te aseguro que me llevo conmigo a más de uno, sin un ápice de culpa. Aquí en casa me decian "vos no pasas del mediodia en un lugar así" jaja.
    Bueno no quiero develar mi lado oscuro y heavy, pellizcáme que ya se me suelta la lengua.
    Así que vayamos al relato.
    Intimis eres mi HERÓE (ah ya !! no te hagas el modesto). Pobre muchacha... me estrujo el coranzocito tu historia, la tragedia de Dhara, tu valor en ese momento, y para contarlo aquí también.
    Y como siempre ese amor por Raquel, que te impulsa a hacer lo más impensable y riesgoso para no pensar (ir a semejante lugar) y también lo más hermoso (rescatar a esa joven)
    Ojalá todo termine bien, así que estoy esperando la próxima entrega.
    Besitos mariposas (pon la trompa)de princesa sublevada.

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  9. Mélody, las historias, los versos de esas mujeres afganas son tremedendos.. Yo conocí a una mujer muy valiente que se metió en política y sacó un puesto en el parlamento moderno. Era una mujer muy culta y atractiva. Hablé con ella en varias ocasiones, quería luchar porque las leyes que "en teoría" concedían ya libertad a la mujer se cumplieses de verdad.
    Un año después de marcharme de Afganistán murió en un atentado con explosivos.
    Bueno, princesita, gracias por hacer sentir a este sapito bueno un héroe, pero de héroe no tengo nada. Las circunstancias te empujan, el instinto de supervivencia y, en tan tanto, tratas de conservar algo de dignidad y ayudar lo que puedes. Hablamos de lugares donde la vida no tiene ningún valor. Y donde los compañeros que duermen a tu lado son tus mejores amigos, los que mañana te pueden salvar la vida.
    Gracias, mi ángel, mi princesita, por madrugar tanto para hacerme este rato de compañía. Eres mi corazón.
    Besos y besos de tarta de arándanos.

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  10. Intimista ,me dejas boquiabierta con tus análisis tan metódicos de mis relatos...voy a tener que decir a mi psiquiatra que cambio de especialista...¿Me lees el pensamiento?
    Besossssssssssss

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  11. Volví a madrugar sapito, y para que no te empaches con tanto subamrino, hoy tomamos capuchino (en versito y todo jaja)
    Te regalo un poco, de un poema de Nadia (ideal para este post):
    " Oh mi corazón, ya sabes que es la primavera
    Y el momento para celebrar.
    ¿Qué debo hacer con un ala atrapado?
    Que no me deja volar.
    He estado callada por demasiado tiempo
    Pero nunca me olvido la melodía,
    Porque cada momento cuchicheo yo
    Las canciones de mi corazón
    Que me acuerdan del
    Día que voy a romper la jaula.
    Volar de esta soledad
    Y cantar como un melancólico.
    No soy un débil árbol de álamo
    Que cualquier viento va a sacudir.
    Soy una mujer afgana,
    Así que sólo tiene sentido para gemir"
    Chuikiiisss de princesa alitas.

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  12. Ah...Nadia, impresionantes versos. Gracias princesita alada. Allá voy ahora con la 2ª parte de la Afgana.
    Croac, croac, besitos

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