viernes, 30 de abril de 2010

LA AFGANA (II de III)


Tuve que pasar dos inacabables días más en el campamento del Señor de la Guerra. Durante ese tiempo, Dhara no salió de mi tienda. Procuré que se alimentara bien, que descansara y que recuperase fuerzas antes de marcharnos. Los muyahidines se figuraban que utilizaba a Dhara como esclava de mis caprichos y tenía que soportar a menudo  sus muecas groseras. 

La noche antes de salir no cesaba de dar vueltas al presentimiento de que Zandrak tuviera planeado tendernos una trampa. Se suponía que, siguiendo los protocolos acordados con los representantes del ISAF, los hombres de Zandrak nos darían cobertura hasta alcanzar la parte más segura de la ruta Lithium. Pero cualquier accidente era posible. 

La ruta Lithium  comunicaba Qala-e-Now, centro de las tropas españolas del ISAF y Bala Murghab, controlado por los talibanes. Aunque las fuerzas aliadas se esforzaban en dar seguridad a la circulación, con demasiada frecuencia los vehículos y los convoy sufrían el hostigamiento de incursiones talibanes. Para Zandrak no resultaría en absoluto problemático acabar con nuestras vidas y fingir que el suceso era causado por un ataque de la insurgencia.

Mi idea era salir al amanecer: la carretera era demasiado tortuosa y accidentada como para emprender camino sin la luz del día. Me puse a revisar el vehículo, cuando, desbordado por la impaciencia, decidí dirigirme a la tienda del Señor de la Guerra.

-    Considéralo un presente con mis mejores votos para tu prosperidad y éxito en el combate –le dije a Zandrak mientras le ofrecía mi reloj, un magnífico Omega Seamaster Quartz –. Sabía que te iba a agradar tener un reloj como este. Es auténtico, suizo, no una de esas imitaciones de diez dólares que abundan por aquí más que las moscas. Además, esto no es más que un pequeño gesto para agradecer que me entregases a Dhara. Mi dicha sería ya completa si dieses tu bendición para nuestra marcha.


Sandrak me recorrió con una mirada sesgada, apuró de un trago una taza de té oscuro y se golpeó en el muslo con la palma de la mano.
-    Eres listo, español. Nuestras costumbres me obligan a corresponderte. Márchate con esa criatura del diablo si es tu deseo. Tienes mi palabra de que nadie impedirá tu partida y de que te daré protección hasta la zona transitada de la ruta Lithium.
-    Gracias, Zandrak.
-    Podrías haberme regalado esa daga, es más común en este país –observó el Señor de la Guerra señalando un chaku, un cuchillo de guerra afgano, que pendía de un lado de mi cinturón.
-    Por eso, porque es más común en Afganistán. Sin embargo, el reloj es un regalo más especial. Por otra parte, la daga es a su vez un regalo muy personal que recibí de un hombre religioso, sería ofender su recuerdo el que yo te la ofreciese ahora.
-    Tienes mucha…, eres muy talkative, muy locuaz, español. Pero yo de ti, vigilaría bien dónde dejo esa daga; no me fiaría de que la chica intentase rebanarme el cuello durante el viaje.
 

Aquel pensamiento debió parecerle muy gracioso y soltó una estrepitosa carcajada.
-    Gracias por el consejo. Tendré cuidado.
-    Y otra cosa.
-    Tú dirás.
-    Comunica a tus jefes que la próxima vez manden a otro oficial. No quiero volver a verte por aquí… o ya no saldrás con vida. 


En el rostro de Zandrak había desaparecido cualquier expresión divertida. Hablaba por completo en serio.



A las tres de la mañana de un sábado cuatro años después, El Kraken estaba lleno hasta el palo de la bandera. El DJ había dejado por fin de castigar mis tímpanos con música trance, al más puro estilo de Ibiza, para meter un tema house de Booka Shade muy bailable y pegadizo que se llamaba Bad Love.
-     Chicas, me voy –dije alzando la voz cuanto pude para que me escucharan Chusa y Elena. Eran dos amigas de toda la vida, las dos ya divorciadas e intentando revivir tiempos pasados; un ciclo que hoy día era muy corriente de encontrar.
-    ¿Dónde vas tan temprano, brother? –me espetó Chusa. Llevaba un vestido corto con unas medias de malla negras y parecía empeñada en volver a los veinte años.
-    ¿Dónde voy a ir?  A dormir.
-    ¿Solo?
-    Es como mejor se duerme, ¿no? Además como tú no me haces ni caso… –piropeé, sabiendo que a Chusa le gustaba que le dijese ese tipo de tonterías.
-    Oye, JM, un día de estos te voy a soltar que me lleves a tu casa para echar un polvo y te vas a quedar más cortado que un solomillo.
-    Menos lobos, Caperucita, que ya nos conocemos.
-    Era una broma.
-    Vale. Me voy.
-    No era una broma, JM.
-    Para ya, Chusa, que me estás mareando.
-    Oye, en serio, la peña se marcha ahora a “La Rueca”; ¿por qué no te vienes?, joder. No te encierres como un cuervo en tu casa.
-    Como un cuervo… Anda que me estás vistiendo de limpio esta noche. En La Rueca no paran de poner salsa, Chusa, y ya sabes que yo no bailo salsa.
-    Pues con Rachel bien que bailabas. Huy, perdona.
-    No pasa nada. Me voy. Venga, un beso. Nos vemos. 


En cuanto abrí la cerradura y entré en el interior de mi piso, supe que no estaba sólo. No me preguntéis cómo, lo sabía y punto. Aquel piso era un universo ordenado: los libros en su sitio, la oscuridad en su sitio, los fantasmas en su sitio. Pero quien había roto esa armonía no era un espectro, era un ser humano y un potencial atacante. Eso me soplaba mi instinto.
Me lancé de un salto hacia la estantería y con un sola acción saqué un grueso libro –The Works of Shakespeare–, lo abrí y extraje de su interior hueco un revólver corto, un Smith and Wesson de calibre 38.
Algo detrás de mí se desplazó con rapidez hacia el centro del salón, como la sombra de un pájaro en vuelo.

-    Hola, español. Ten cuidado con eso.


“Español”.  Zardak , el Señor de la Guerra, y sus hombres se dirigían a mí de ese modo.

Y también Dhara me había llamado así.

-    ¿Dhara? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?
-    Deberías cambiar de cerradura. Esa que tienes no vale nada. Lo siento, no dispongo de mucho tiempo y tenía que verte; así que decidí hacerte esta visita. Supongo que no te habrás molestado porque no te esperase en el pasillo.


En un instante, regresé al pasado, cuatro años atrás, a las cercanías de Qala-e-Now, en el campamento de los muyahidines. Dhara estaba muy cambiada. Era toda una mujer, fuerte, hermosa, de mirada segura.


-    Estás muy cambiada Dhara.

8 comentarios:

  1. Holita Intimis ya tire dos libros de tu repisa, perdoncito sin querer, es culpa de las alas! yo no tengo nada que ver (lo juro por la luz que me alumbra) Ah!!desacomode los almohadones, estan por el piso, sorry nuevamente jiji. Te desorganize tu orden casi perfecto, en un segundo, es que no soy muy ordenada, más bien lo contrario, soy un pequeño terremoto. Y lo peor: Lo digo con gracia (sonrisita)
    Bueno pasado el minuto de confesión, vamos a parte 2: Zafaste de Zadrak, todo con Z, que "Zuerte" la tuya, y la del zabandija cretino que encima se ligo un relojazo.
    Tus amigas un corso, el apodo Chusa me causo gracia porque aquí se refiere a las cosas viejas, avejentadas "esta chusa" se suele decir. Y tu forma de describirla, pobre Chusa, eres terrible jaja.
    El tema Bad Love, como siempre me dejaste mirando el techo, ????tendré que escucharlo. Me parece que te vengas por el desorden que te cause jjjjj.
    La transición del pasado al presente se entendio muy bien, a pesar de ser rápida; pero este es un relato y no una novela, exige ese tipo de rapidez.
    Y regreso Dahra en el momento justo!! cuando JM necesitaba una compañera real estoy intrigada por saber si era esa mujer a la que te referiste? Bueno pero no me lo dirás, tendré que comerme las uñas hasta la 3 parte) Quueee sucederaaa ??
    Bueno ahora que ya te arregle un poquitín el desorden que cause en tu casa, me tomo el buque y acomodo la coronita (me marcho, escuchando Aerosmith y Radiohead, en este preciso instante, me inspira...)
    Cuidate croki, croki, ojo con las olas. Eres mi Heróe !!! Pikitos de chocotorta.

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  2. Me gusta.
    Buen ritmo y armonía.
    ¿Me dejas bailar contigo?.
    Fíjate tu,me quedé pensando en el personaje de esa divorciada que quería volver a los 20...
    No todas queremos, ni todas nos ponemos minifalda, menos mal.
    Me gustan mis vaqueros.
    Sigue que yo te seguiré.
    Un biquiño cual suave brisa marina en mejilla.

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  3. Melody, mi angel-princesita, has puesto toda la casa patas arriba; ahora le doy al mando a distancia del equipo de música y arranca la lavadora, puf, qué lío. Pero bien, no te preocupes, que lo que necesitaba esta casa era un poco de aire fresco y la manos de un angelito travieso, juguetón y maravilloso. Ah, qué sólo me quedo ahora, snif, snif. Es sábado, me daré luego una vuelta por El Kraken.
    No sabía que Chusa significara eso en tu tierra, aquí a algunas María Jesús se les llama Chusa. Tengo una amiga que es muy parecida a ese personaje y le tengo mucho cariño.
    La llegada de Dhara fue una sorpresa; JM no esperaba a nadie (vivo). Es un encuentro con su destino, con una de sus pesadillas.
    Bueno, te dejo escuchando a Aerosmith.
    Croak, croak. Creo que me comí unas galletas de chocolate que dejaste por aquí y ahora tengo los morretes pringosos de dulce.
    Besetes y cuidado que mancho.

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  4. Carmela,
    bailamos cuando quieras. ¡Me chifla bailar! Pero sobre todo me gusta bailar mis ritmos locos de música electrónica. Me temo que no se me da muy bien la salsa... A lo mejor tengo que practicar.
    Chusa es un personaje que me resulta entrañable. Uno siempre exagera los rasgos de un personaje, pero no hay nada que me parezca malo en el papel de Chusa. Cada uno trata de recuperar el tiempo perdido como puede. Lo más bonito es no perder la capacidad de ilusionarse, la pasión, el sentido de humor.
    Chusa viste minifalda y se siente bien. Pues, estupendo. Me gustan las mujeres que ya no son jovencitas cuando se visten con alegría, tienen un encanto y un atractivo muy especial. Y no lo digo porque yo no sea ningún jovencito, hace tiempo que pienso así.
    Yo también me pongo mis vaqueros en cuanto puedo.
    Besos de melocotón mediterráneo.

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  5. ¿cómo a podido unirse la afgana a ellos?hay algo en ese largo espacio de tiempo que no me cuadra...¿lo quisiste olvidar?en cuanto al baile..antes era lo mío ,ahora es complicado...pero me gusta la música ,aunque la salsa en su justa medida ,sin demasiada grasa,jajaja...es broma intimista,cuando quieras bailamos pero con cuidado ,puedo cvaerme...espero que me desveles lo sucedido en esos cuatro años de no recuerdos...
    besos.
    Mor.

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  6. Enorme error ha podido...lo siento.

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  7. Gracias, MJ, por darte un paseíto por aquí. Aquí tienes mi manos para que camines segura por las callejuelas de mi página. Sí, me gusta bailar, me gusta moverme, y me gusta la música, no puedo estar sin la música.
    Centrándome en el tema: lo que ha pasado en estos cuatro años, después de perder a Rachel, son las cosas que se van poniendo aquí, las cosas que se expresan en los papeles arrugados. Naturalmente en muchas historias la realidad está distorsionada o exagerada por la fantasía. Otras se aproximan mucho a lo que me ha sucedido.
    Pondré mañana o pasado el final de La Afgana. Ando un poco liado y apenas puedo entrar unos minutos en internet.
    Mil besos.

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  8. Intimissss vine de noche, solo para molestarte jaja. Retorne a las viejas andadas; pero veo OHHH !! no has colgado nada. no te habrán llevado los ET ?? abducción!! pero veo que no, porque le has constestado a tu amiga Morgana. No bailas salsa? mummmm, yo solo la vi en los tallarines (ya estoy desbarrancando, a mi no me hace falta el vodka)
    Bueno chauchis, me voy a visitar a gente despierta. Cuidate mucho sapito heróe.

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