domingo, 21 de marzo de 2010

MUJER DELANTE DE UN CUADRO DE TURNER (I)

  
    En 1816 comenzaron a llegar a los cielos británicos las cenizas de las explosiones del volcán Tambora, situado  en una isla de Indonesia. La atmósfera se cubrió de un sutil velo y la luz del sol palideció. Una neblina permanente de color amarillento se extendió por todas partes, los crepúsculos se hicieron interminables y un halo esmeralda rodeó a la luna.
    William Turner, un pintor romántico de la época, supo capturar la visión de esas anomalías atmosféricas.  Sus lienzos a menudo presentan fondos de un resplandor  fantasmagórico. Fondos que parecen provenir de la mismísima mirada del caos o del infierno.
    No recordaba cuando había leído aquella historia, en cualquier caso hacía tiempo, antes de que mis pensamientos se volvieran tan sombríos como las atmósferas de Turner. Ahora, me encontraba recorriendo una estrecha acera junto a muros de antiguos edificios saturados de gris. Me encaminaba hacia una galería de arte en el centro de la ciudad donde iban a ser expuestas acuarelas del pintor inglés, junto a reproducciones de sus pinturas principales.
    Esa era mi mejor apuesta para el atardecer de un sábado de otoño en Madrid.


    No había hecho más que entrar en la galería y dar unos pasos, cuando sentí que los suspiros se helaban y las paredes del recinto se convertían en sombras oblicuas. Tambaleante, me esforcé en escapar de la luz negra que me envolvía y  me quedé inmóvil mirando a un fantasma.
    O eso me pareció durante un minuto. Durante el tiempo en que, incapaz de accionar un solo músculo, mi mirada atravesó un umbral entre mundos para detenerse, encallada, en la espalda de una mujer delante de un cuadro de Turner.  Se hallaba absorta contemplando una reproducción del "El Temerario remolcado a dique seco".
    Al fin, reaccioné y me fui acercando. Paso a paso,  en diagonal.
    No, no era una imagen de ella, del espectro de la mujer que aún existía en mi corazón. Fijándome en su perfil con más detenimiento, la verdad es que ni si quiera había parecido. De nuevo,  mi imaginación me jugaba una mala pasada proyectando en otros cuerpos una silueta que ya sólo vivía en la muerte y en mis sueños.
    De repente, la mujer delante del cuadro de Turner se giró con brusquedad y me miró inquieta, como si yo hubiera surgido de la nada y estuviese pensando en abalanzarme sobre ella.
─    Perdona, no quería asustarte –dije en tono tranquilizador−. Sólo estaba viendo el cuadro.
    Sus ojos retuvieron por un instante  el mismo color de la neblina que inundaba  el lienzo de Turner. Sonrió y, de inmediato, desapareció el destello del crepúsculo en sus pupilas para exhibir  un tono verdoso, profundo, que brilló con curiosidad. Había vida en esa luz, pasión, y una sensualidad dulce que provocó un cosquilleo en mi piel. Era una mirada cómplice, como la de aquellos que llevan años compartiendo un secreto. Ese tipo de mirada que te hace sentir único e inmortal por un segundo.
    Cosas que pasan de tarde en tarde y que apreciaba ahora más que nunca. Más que si hubiera encontrado un tesoro maravilloso. Al fin y al cabo, así son las leyes  de los sentimientos que yo había conocido entre enamorados. Y hacía mucho que me encontraba privado de ellas.
─    No pasa nada −replicó ella con calma, mientras pasaba sus dedos detrás de la cabeza−. Es que, de golpe, he sentido como un hormigueo en la nuca.
─    A veces sucede cuando tienes alguien detrás. ¿No te había ocurrido antes?
─    Supongo que sí... ¿Qué opinas?
─    ¿De qué?
─    De la pintura.
─    Ah, sí. Me chifla Turner. Claro que esto es una reproducción, no se puede apreciar la luminosidad como en el original. Recuerdo cuando vi esta pintura por primera vez en la National Gallery de Londres. Esa luz mortecina, difuminada, pero con un magnetismo que daba la sensación de estar invadiéndote alrededor...
─    Lo sé, yo también he estado en la National Gallery.
─    Vaya. Entonces qué te voy a contar. A propósito, ¿cómo te llamas?
─    Miriam
─    Encantado, Miriam. A mí me llaman JM. ¿Esperas a alguien?
─    No. He venido sola.
─    Pues, si no te importa, vemos juntos la exposición. Las acuarelas son orinales, no reproducciones, y estaba deseando tener la oportunidad de contemplarlas. ¿Me acompañas?
─    Vale. Pero cuando terminemos la visita tengo que marcharme. He quedado con unas amigas.
─    Lo que tú digas.
    A veces sueño con pasillos vacíos que se abren a jardines, a orillas donde pacen las olas suaves de un mar en calma.
    Sin tumbas en un desierto, sin truenos que voceen un nombre en las cavernas de mi mente, sin relojes parados en mi pecho.
    En esos periodos encuentro refugio en el olvido de otros párpados. En manos que me conducen a su antojo entre medias mentiras. Pero no me importa. Por un tiempo, me convierto en un árbol pálido que se mece con vientos templados, sin que la sal negra de los recuerdos me corroa.
    Y las cosas vuelven a su sitio.

6 comentarios:

  1. Hola Intimista,
    he reconocido sensaciones y emociones en este relato. Es curiosa la coincidencia, me deja perpleja.
    Mira este relato de una visita al
    THYSSEN-BORNEMISZA de 2 de Junio del 2008
    http://diablillos-emocionales.blogspot.com/2008/06/thyssen-bornemisza.html
    curioso, no? lo del cuello y los escalofríos...en esta ocasión fue mirando el cuadro de la Santa Catalina de Caravaggio.
    Un saludo,
    ana

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  2. Hola, Ana. Gracias por visitar estas páginas, un poco tenebrosas, ya ves, aunque sólo en apariencia.
    No había visto el post que me indicas de tu página, pero lo he leído ahora y me ha gustado mucho. Un texto cargado de esa sensibilidad honda pero cercana y familiar que te caracteriza.
    Mi relato es el desarrollo de un poema justo con el mismo nombre "Mujer delante de un cuadro de Turner", publicado por primera vez en el foro Café de Artistas en el 2007 (http://cafedeartistas.com/octubre/viewtopic.php?t=15622&highlight=) y luego en otros foros. Aquí, he desarrollado en prosa lo que decía el poema. El contexto arranca de una exposición con acuarelas y pequeñas obras de Turner que se realizó en una galería de arte de la calle Castelló de Madrid por esa fecha del 2004.
    En cuanto a la coincidencia de la sensación de "cosquilleo en la nuca", yo creo que es un recurso muy empleado por cualquier escritor y muy frecuente. Yo ya lo he usado en otras ocasiones. Guardo especial recuerdo de usar ese "truco" en un relato del 2007, llamado "La Rumana de la Mariposa Negra" (http://cafedeartistas.com/octubre/viewtopic.php?p=124701&highlight=#124701)
    En Café de Artistas escribía como "Scaramouche", pero en ese relato del 2007 puedes ver ya el mismo logo de la mariposa negra que uso en este blog. Por cierto, que ahora lo que estoy escribiendo es la novela con las historias de la Mariposa Negra. No quería hablar de ello todavía, pero ahí está.
    Lo que sí es coincidencia es que nos llamen la atención el intimismo, casi minimalista, de situaciones o escenarios semejantes. Quizás ello quiera decir que miramos las cosas desde una visión parecida.
    Gracias otra vez. Me encantan tus versos, son realmente buenos.
    Abrazos
    PS: Yo no fui el que te produjo cosquilleos en la THYSSEN. O, a lo mejor sí. Ja, ja.

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  3. Holita Intimis como estás? yo muy bien leyendo tus relatos, disfrutando lo hábil que eres en el uso de los recursos literarios. Soy como una esponjita jaja, releo metáforas, metonimias, varias veces.
    Ahora traes a Turner un pintor fantasmagórico ideal para el ambiente que tan bien recreaste y que luego dulcificaste con el encuentro romántico, y un cierre nostálgico.
    Y aunque las obras de Turner son maravillosas, me considero una damita de Monnet, va más con mi personalidad, tu ya me conoces; pero para esta historia Turner va justo. Todas las historias de tu novela que he leído hasta ahora son muy buenas, si la publicas regálame una (era pedigüena la Melody jaja)
    Bonito todo, lo único que me preocupo (por tu anterior comentario) es que seas una especie de fantasma y andéis como dicen ustedes soplando las nucas, yo por las dudas me la cubrí con un gran sombrero hasta el cuello, y polera jaja. No me vas a asustar, que te araño!!
    Ah me olvidaba!! Dile al tío que lo lamento pero nunca sabrá en que tejado estamos, no podemos correr ese riesgo.
    Ronroneos para Scaramouche y/o Intimista.

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  4. ¡Por fin me deja escribir! Su sobrino había inundado de misterio mis comentarios y me era imposible dejar aquí cualquier huella.
    Ya conocía esta historia en sus versos y da igual qué formato escoja, siempre engancha. Bueno, qué le voy a decir a usted que lo conoce mejor que yo.
    Mándele mi sonrisa y mis besos.

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  5. Hola, Melody, gatita misteriosa (no te preocupes que no contaré nada a mi tío de esas andanzas gatunas).
    No necesitas ser esponjita y menos de mis escritos, que tú tienes ya una manera de escribir muy personal, muy atrayente y cuidada. Yo no sé escribir bien, sólo pongo imaginación y sentimiento. Pero está bien que todos, escribamos mejor o peor, podamos expresar nuestros sueños, nuestros recuerdos, nuestras emociones... Al menos, eso creo yo. A mí me hace sentirme vivo y acompañado.
    Llevaba tiempo sin poner nada en público de mis relatos o versos. Escribiendo, eso sí, pero sin darlos a leer a nadie. Bueno, sólo a una persona, la que me ha ayudado y ha seguido creyendo en mí cuando yo estaba en el fondo del abismo.
    Bueno, no nos pongamos melancólicos... Y si me siento triste, ya he descubierto que puedo ir a tu página y sumergirme en tus relatos. Son fantásticos. Me siento como Alicia atravesando el espejo y entrando en el país de las maravillas.
    Y, tranquila, que no soy ningún fantasmita. Puedes quitarte el casco, ja, ja.
    Besotes gordos.

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  6. El tío del intimista23 de marzo de 2010, 21:29

    Estimada Doña Rocío, es un grato placer tener por fin el gusto de ver aquí sus palabras. Lamento que problemas técnicos hayan impedido que pudiésemos disfrutar antes de su visita. De haberlo sabido, hubiera intentando solventar esas dificultades pero yo no entiendo de estas cosas; el que sabe es mi sobrino, así que ya puede usted echarle la culpa. Yo ya tengo bastante con poner aquí los escritos de JM... y eso gracias a la ayuda de Pepe El Viagra, más entendido en estos adelantos, que si no...
    Le agradará conocer que el tarambana de mi sobrino me hablaba de usted muy a menudo. Decía que usted era su luz, su ángel y cosas así. ¡Ah! Y que era una Sirena. ¿Una Sirena? En fin, disculpe a JM, andaba trastornado el pobre... Lo que no cabe duda es que debe ser usted muy importante en su vida.
    También me contó que era usted poeta con muchos admiradores, con libros publicados y premios. Una gran poeta.
    No dude usted de que cuando mi sobrino lea sus palabras se le llenará de alegría el corazón y seguro que le escribe.
    Entre tanto, aquí estoy yo también para lo que desee. Quedo a su servicio y me despido con un fraternal abrazo.
    El tío de JM
    PS: Ejem, ya digo, si a nivel personal necesita usted algo, no dude en comunicármelo, aquí estoy para sustituir a mi sobrino (en lo que me den las fuerzas).
    Y dígale que me escriba. Que no está ya uno para sustos.
    Pabernos matao, como decía él.

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