Así fue como, a raíz de aquella tragedia, abrí un resquicio en mi existencia solitaria para tomar una mano amiga con la que recorrería los recodos luminosos y sombríos de los años siguientes.
Ahora paseábamos juntos por el muelle. Todavía quedaba tiempo antes de reunirnos con sus amigos para ir a cenar, de modo que propuse ir a un pequeño bar ubicado en una zona poco transitada del casco antiguo.
No se podía decir que el bar Orán fuera uno de esos sitios de diseño que tanto apasionaban a Mónica, y ya estaba preparado para recibir sus protestas.
- Oye, JM, ¿me has traído aposta al bar más cutre de la ciudad?
- No es muy elegante, desde luego –repuse con seriedad, aunque riéndome para mis adentros– pero sirven el mejor té con yerbabuena de la región.
- Pues estará buenísimo ese brebaje, pero el cubata está asqueroso –manifestó Mónica con una expresión de repugnancia.
- Siento que no haya ninguna de las marcas de ginebra que te gustan.
- Una cosa es que no tengan Bombay Sapphire y otra que te pongan “Gin Marios”. Estoy segura de que el dueño lo destila en la trastienda con pis de gato.
- No seas exagerada – dije, haciéndome el inocente–. Hay sitios peores.
- Eso lo dirás tú, que has estado en los garitos más infames del culo del mundo. Y, claro, luego no sabes tratar a una chica con clase… –concluyó Mónica con afectado tono de indignación.
Algunos de los clientes eran magrebíes, pero había también un nutrido grupo de locales. Todos estaban absortos frente a una pantalla gigante de televisión donde retransmitían un partido de la pretemporada de fútbol. Con ese poderoso imán, nadie nos prestaba atención. Ni tampoco a una mujer que se encontraba sola en el otro extremo de la barra. El encuentro debía de estar al rojo vivo, porque en otras circunstancias hubiera atraído el interés ferviente del público masculino que se agolpaba en el bar. Tendría unos treinta y tantos años, apariencia extranjera, seguramente eslava o nórdica, y tanto su cuerpo como su rostro descollaban por su perfección y atractivo. Todo era tan armónico y delicado que parecía la representación de una protagonista de videojuego. Todo menos sus ojos: ambarinos, casi traslúcidos, sin proyectar la más mínima expresividad o emoción. Acusé la descarga de su mirada muerta rastreando mis pupilas y una punzada de dolor se instaló entre mis sienes. Mi visión se enturbió y percibí una especie de aura sucia y grisácea a su alrededor. Donde antes estaban los globos oculares, ahora surgían cuencas vacías fulgurando como hogueras. De modo oportuno, Mónica colocó su rostro frente al mío y me arrancó de aquella situación hipnótica.
- Eh, cariño. Hemos quedado para dar una vuelta juntos, no para que intentes ligar con la primera que se te pone a tiro.
- Perdona –dije suspirando–, estaba distraído. Me he puesto a imaginar, quiero decir a pensar, en cosas raras. Sí, será mejor que salgamos ya o llegaremos tarde al restaurante donde están tus amigos.
La ciudad tenía el tamaño idóneo para no carecer de buenos servicios y lugares de ocio y, sin embargo, permitir el acceso a la mayoría de ellos a pie. Caminamos amparados por la luz de unas nuevas farolas que pendían de dobles ganchos, diseñadas para emitir menor contaminación lumínica. Pese a todo, la luz me irritaba tanto como si estuviera mirando al sol del mediodía y me obligaba a entornar los párpados. Sentía, además, en mi espalda la pulsación amenazante de la mujer, o lo que quiera que fuese, con quien me había topado en el bar. Al detenernos en un cruce de peatones, cerré por un momento los ojos. Enseguida noté un tirón de mi brazo.
- Despierta –profirió Mónica– .Vamos a cruzar. ¿Qué te ocurre? ¿Te encuentras bien?
- Estoy bien: una de esas migrañas pasajeras que me asaltan de vez en cuando.
- ¿Seguro?, mira que te conozco. Si no te apetece salir conmigo…
- Pues claro que sí, cielo –repuse, tratando de desplegar mi mejor sonrisa–, ya sabes que me encanta estar contigo.
- Huuu, qué tierno. Entonces, ¿por qué cerrabas los ojos?
- Como escribió Rilke: “Apaga mis ojos, y podre verte, cierra mis…”
- Anda, calla ya –cortó sin ambages, tapando mis labios con sus dedos–, que conozco tus melosos trucos. Y yo no soy una de esas místicas poetas con las que chateas por internet.
- En primer lugar –me defendí– yo no chateo. Y esas mujeres no son místicas como tu las llamas, sino personas cultas y con sensibilidad, pero con los pies bien puestos en la tierra.
- ¿Es que ahora me llamas inculta? –dijo, con aires de indignación.
- Dejemos ya de discutir. Y más vale que nos demos prisa.
Mónica se encogió de hombros y apresuró el paso por delante de mí. La alcancé con un par de zancadas, me enganché a su brazo sin que protestara y seguimos adelante. Con ella, conseguía siempre que desaparecieran los nubarrones siniestros de mis inquietudes.
Cuando llegamos al restaurante, los amigos de Mónica nos estaban esperando en una mesa reservada. El clima de la velada transcurrió de forma agradable, sin que tuviera que hablar demasiado. Había temido tener que enfrentarme a alguna de las extravagantes compañías de mi amiga, pero se trataba de un grupo de colegas de trabajo que pasaron casi todo el rato comentando anécdotas y problemas de sus actividades como técnicos en turismo. Yo estaba hambriento y disfruté engullendo un regio plato de solomillo de buey al vino tinto. Después de cenar, visitamos un par de sitios de moda en una calle saturada de bares de copas y nuestros acompañantes propusieron ir a una discoteca donde ese día pinchaba DJ El Porras, muy afamado en la localidad. No resultaba difícil adivinar que me aguardaría una velada de implacable tecno-trance, así que le comenté a Mónica que prefería volver a casa, pero ella insistió en acompañarme a cualquier otro lugar y se despidió de sus compañeros.
Nos encaminamos hacia el centro de la ciudad cruzando la explanada del campo de fútbol, donde los más jóvenes organizaban los botelleos durante los fines de semana. Desfilamos junto a un coche con las puertas abiertas que emitía “Johny, la gente está muy loca” desde un potentísimo equipo de sonido. Pese a la mezcla de música a todo volumen, kalimocho y hormonas adolescentes, el ambiente era sosegado, controlado. Había risotadas compulsivas y el ocasional perfume característico del cannabis, pero nadie se metía en los asuntos de los otros. A decir verdad, aquella era una ciudad apacible y bastante segura, y los delitos con violencia eran infrecuentes. Sin embargo, de nuevo percibí la existencia de una anomalía en el ambiente; un olor agrio me azotó y la atmósfera se tornó lúgubre y viciada, como si se abrieran las puertas de la dominación de un mundo maldito. A poca distancia, sentada al lado de un poste, con la cabeza escondida entre los brazos que se apoyaban sobre las rodillas flexionadas, reposaba la extraña mujer de halo aterrador que había visto en el bar Orán y cuya proximidad había percibido circundándome toda la noche. Levantó un poco la cabeza y nos miró con esos ojos que parecían alimentados por llamas infernales. De improviso, el comportamiento de los jóvenes cambió de modo drástico, tornándose hiperactivos, profiriendo chillidos incoherentes y arrojando botellas contra el suelo. Comenzaron a meterse con Mónica y conmigo:
- ¡Eh, tú, tía buena, deja a ese pringado y vente a nuestra fiesta! –vociferaron a la vez que representaban gestos obscenos.
Estuve a punto de dirigirme hacia ellos, pero Mónica me detuvo.
- Déjalo –dijo, tirando de mí–. No hagas caso. No sé qué le pasa hoy a esta gente, se comportan como si se hubieran puesto ciegos de farlopa.
Aceleramos el paso y salimos pronto de la zona para entrar en una avenida bien iluminada. El alboroto se fue apagando y nuestro entorno recobró la calma acostumbrada.
- Acompáñame un momento a ese cajero –dijo mi amiga, señalando una caja de ahorros próxima–. Voy a sacar dinero.
- ¿Para qué? No lo necesitas conmigo. Y si te hace falta para alguna cosa, te lo presto.
- Vamos, es un momento –insistió Mónica, decidida–. Me gusta organizarme yo solita.
Al pasar, me fijé en un hombre de aspecto desarrapado y sucio que yacía tendido sobre un banco de madera. Muy cerca, un envase de cartón esparcía sobre las baldosas el resto de un vino barato. Parecía inofensivo, así que seguimos hasta el cajero automático. Mientras Mónica introducía la tarjeta, miré hacia atrás y otra vez me encontré con la maligna figura de la mujer que nos estaba acosando.
Miyamoto Musashi describe la técnica “Mover la Sombra” como una táctica cuando no se puede descubrir las intenciones del enemigo: finge que vas a atacar con ímpetu para revelar sus propósitos.
No dudé en esta ocasión.
Me desplacé con celeridad hasta nuestra perseguidora. A decir verdad, esperaba, de un modo irracional en su totalidad, que desapareciera de repente en el aire, como correspondería a la aparición fantasmal que representaba. Pero aquel ser permaneció afianzado en su sitio y hasta se permitió asomar una heladora sonrisa. Su cercanía me provocaba emociones contradictorias: por una parte, sus rasgos resucitaban el ímpetu de un recuerdo impenetrable que me provocaba fascinación y deseo; por otra, la emanación de una naturaleza deliberadamente pervertida y maléfica me suscitaba desasosiego y repulsión.
- ¿Se pude saber qué quieres? ¿Quién eres? –acerté a balbucear sin llegar a tocarla.
Antes de que pudiera recibir una respuesta, escuché la voz de Mónica gritando mi nombre. Me di la vuelta y descubrí al andrajoso vagabundo, que hasta hacía un momento estaba sumido en su abismo etílico, plantado frente a mi amiga. Retorné sin dilación interponiéndome entre los dos.
- Qué pasa, tío –profirió con un habla pastosa– La chorba esa, la rubia, me ha despertado de golpe y me ha dicho que ésta –dijo, señalando a Mónica– me daría algo de pasta.
- Aquí no hay nada que darte –repliqué secamente–. Quítate de en medio.
- Vamos, tío, que estáis forrados –persistió elevando la voz, que adquiría un tono de agresividad.
El individuo me asió de un brazo mientras me arrimaba la cara arrojándome un nauseabundo aliento a vino rancio. Giré a mi vez el brazo que me mantenía sujeto y presioné con el dedo índice en un hueco alojado justo encima de la articulación del codo. De inmediato, su mano se quedó paralizada en un espasmo y me solté de su agarre. Cogí a Mónica por la cintura y nos alejamos mientras el hombre pugnaba por abrir y cerrar los dedos con un gesto de dolor.
- ¿Qué ha pasado, JM? ¿Por qué se le ha agarrotado el brazo? –preguntó Mónica entre resuellos.
- No lo sé –mentí–. Le habrá dado un calambre, ya se le pasará. Vámonos de aquí.
- Qué raro. Conozco a ese mendigo. Suele dormir en uno de los bancos del paseo y jamás le he visto meterse con nadie.
- Sí, es raro.
Ahora, para continuar con lo de instruir deleitando (musicalmente) un poco de dubstep, para el que resista ese género, música electrónica como pura dinamita pa los pollos.
Pasaré de nuevo, pero de momento, quita el "Cold mountain" que todavía queda por ahí a la derecha como testigo de tu anterior peli.
ResponderEliminarbesi,
y borra este coment después, ok?
ana
Mi querido Inti!!!!
ResponderEliminarMe produce mucho desasosiego,intranquilidad y hasta diría que algo de miedo,este tramo de tu historia y menos mal que no puedo abrir el video,pues imagino que sería un choque demasiado brutal.
Escribes con tanto realismo,que me he quedado un poco helada,te diría que no me gusta y no acierto a saber el porqué,será que presiento que siempre estás en peligro y eso no me gusta,sé que es un simple relato,pero...no me gusta verte siempre alerta en él.
No sé si borrar lo dicho o dejarlo,pero es lo que he sentido al leerlo.Lo dejo pues me gusta ser sincera y no te voy a decir que me ha gustado,pues no lo he sentido así,al contrario,me parece que estoy justo detrás de la escena que cuentas y que no puedo hacer nada por ayudarte.
Siento este comentario,Inti,me perdonas?
Un abrazo!!!
La música es perfecta para un relato lleno de misterio...cómo me gusta.
ResponderEliminarMe pondré al día.
Mi beso lleno de luz en la oscuridad.
Estás hecho un gran escritor, te felicito por tus relatos.
ResponderEliminarUn beso.
Ana, no hay por qué borrar tu comentario, por el contrario te agradezco tu observación, es un despiste al entrar en "diseño" se me olvidó borrar el título de la peli anterior y de verdad agradezco que cualquier persona me señale esos despistes, sobre todo con el cariño que tú lo haces.
ResponderEliminarAprovecho para seguir con el hilo de los relatos de mi tatarabuelo Antonio Ros de Olano. En efecto, no veo por ahí el cuento de la Dama Blanca. Lo tuve en un libro de cuentos fantásticos españoles que editó Bruguera (¿alguien recuerda esa editorial de libros de bolsillo?) y luego lo perdí. En algún recorte de periódico se mencionaba ese cuento. Hay frases que todavía recuerdo de memoria: " te buscaba con el afán devorador de quien ansía desentrañar un misterio".
Hasta luego.
Estrella de mi alma y de mis entretelas, me gusta que seas así de sincera conmigo, me gusta cómo eres y por eso siento muchísimo que sientas agobio con el relato. Desde luego es una ficción pero tampoco te oculto que tomo escenas que viví en la vida real, no, por supuesto la aparición de un ser demoníaco, pero si el enfrentamiento con gente bastante indeseable. Lo mejor es que lo tomes todo como una novela, como una novela de misterio y de ficción y ya está. Hoy día todo eso es un recuerdo del pasado (aunque no demasiado lejano), eso es lo que importa.
ResponderEliminarMuchos besis y mimos para consolarte, que no te quiero ver tristona. Ay, Señor, Señor, es que te lo tomas todo muy a pecho. Más besis.
Mor, desde luego lo nuestro es puro morbo, mira que nos recreamos en lo tenebroso, ja, ja, pero siempre para hacer brillar más la luz y los sentimientos cálidos.
ResponderEliminarLa musiquilla es tremenda. El dubstep hereda el estilo del dum and bass, música electrónica muy dura, muy intensa, muy buena para relatos de terror, ja, ja o videojuegos de acción.
Mil besos, corazón.
María, cómo me gusta encontrarme con tus palabras a estas horas, siempre tan dulces conmigo, hoy dormiré mejor.
ResponderEliminar(Pero cuando no te guste algo, te agradecería que me lo dijeras con libertad, no dormiré igual de bien, ja, ja, es broma, pero mi cariño por ti seguirá siendo el mismo).
Besos.
Me gustaría saber más sobre esa sensación, ese olor agrio que llega cada vez que la sientes, ese clima o atmósfera extraña y que te "avisa" de alguna manera.
ResponderEliminarMe ha llegado al alma que me llames, aunque sea en boca de Mónica, "mística poeta", porque ni soy "cerrado, arcano o misterioso" acabadas en a claro, y lo de poeta habría que discutirlo. Pero me gusta Rilke, eso sí, así que te doy gracias por cerrar los ojos y defender la poesía de uno de los elegidos para la gloria en mi caso.
Yo también hubiera preferido de Bombai, pero no antes de cenar, sí después, y tú con esa atracción fatal por los problemas, podrías elegir mejor y el té tomarlo en casa.
Beso, duende de las tinieblas,
ana
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAh por cierto, esa frase no es del relato que dices, es del Dr. Lañuela y la dice refiriéndose a Luz, "la estática" ayudante del Dr. Lañuela de quien se enamora Josef.
ResponderEliminar“Yo que amo lo maravilloso, sentía con el afán devorador del que busca desentrañar un misterio. Un ángel diseñado en las formas de una virgen terrena, un ángel corpóreo entre la sombra y la luz era mi objeto; nada tan seductor, nada más bello, nada menos comprensible”
buenas noches.
Me gusta. Me atrae lo extraño y aunque reconozco que esos ojos de fuego asustan porque son capaces de entrar en las mentes y hacer desencadenar maldades a su alrededor también crea el misterio necesario para intentar saber que es y que quiere... entiendo que te atraiga esa mujer, y solo como mujer sino como algo tan desconocido como poderoso. No hay duda que te busca a ti o al menos quiere llamar tu atención para algo.
ResponderEliminar¿Chateas en Internet con místicas poetas...? :)
Besitos.
JM cómo me gusta...es emocionante y engancha un montón.Me ha gustado la parte donde hablas de las chicas de internet JAJAJA.Gracias por tus palabras cariñosas en mi blog.Un besazo
ResponderEliminarGracias Inti,eres un cielo,simplemente es que estoy tontorrona,sé que es un relato,buenísimo por cierto,pero también sé,como dices,que tomas acontecimientos reales de tu pasado y eso es lo que me conmueve y me duele,las situaciones que has vivido enfrentándote a Dios sabe qué,arriesgándote quizás demasiado y creo que a veces ese sexto sentido te ha salvado en más de una ocasión.
ResponderEliminarAfortunadamente ya pertenece al pasado y puedes deleitarnos con tu escritura y tu compañía en la tranquilidad de tu casa.
Gracias por tus muestras de cariño,por tus mimos,jaja,lo dicho,eres un cielo!!!
Un fuerte abrazo!!!!
Ana, te explico, el personaje JM padece una alteración neurológica que se llama Sinestesia. Es un problema de percepciones cerebrales que no afecta para nada la salud. El que padece Sinestesia puede ver colores cuando escucha una música, sentir olores cuando mira un cuadro, escuchar sonidos musicales cuando leen una frase... una mezcla de sensaciones. En el relato, JM sufre a menudo sinestesias cuando tiene una intuición de que algo va a ocurrir, generalmente algo que rompe de forma abrupta la normalidad, una grieta por donde penetra el caos, eso es lo que él piensa, que va a ocurrir una "anomalía". Más adelante en los relatos se va explicando estos sucesos. Por cierto que sufrir esta anomalía asociada a una premonición le resultará bastante útil en ciertos momentos de la vida.
ResponderEliminarRespecto a Rilke, compartimos misma fascinación. Respecto a las poetas, para mí las mujeres que más me atraen en el mundo, no me puedo resistir, ja, ja, que sí, que es verdad.
Mónica es un poco compulsiva con la bebida, tienes razón.
Respecto a la cita del Dr. Lañuela, tienes toda la razón, es como tú lo has puesto literalmente. En mi memoria se confunden frases de los cuentos de mi tatarabuelo que he leído desde que era un niño, no te extrañe que ya confunda unos con otros, pero juraría que tuve en mis manos un cuento fantástico titulado La Dama Blanca, o quizás me vuelvo a confundir, es posible, porque lo que sí existe en mi familia es una leyenda antigua referida a la Dama Blanca y los hombres de esta rama de la familia, de mi rama materna, que es de donde desciendo de Ros de Olano. La leyenda arranca con la casa de York, la rosa blanca, también parte de mi ascendencia remota. Leyendas.
Gracias por traerme todos esos recuerdos de mi tatarabuelo.
Besos grandes.
Leí algo sobre ese linaje cuando pusiste el post de el templo y los guerreros, la media rosa (porque Ros se queda a la mitad?), y tanto símbolo danzando por tus entradas, no haces más que darme trabajo, releo cosas que conocía, otras que no sabía, me tienes ocupadísima, menos mal que no leo más que un par de blogs, porque no sé de dónde iba a sacar tiempo!
ResponderEliminarUn besi,
ana
Campoazul, como muchas de las cosas que escribo, esa mujer es un símbolo, belleza y atracción sexual por un lado y malignidad por otro, pero en el relato aparece su contraparte, que es precisamente la mujer de la mariposa negra. Bien y mal, la contínua dualidad.
ResponderEliminarAh, no chateo con místicas poetas, las invito a cenar, ja, ja. No, en serio, hace ya muchos años que no entro a un chat. Y por si me lo preguntas después, tampoco tengo instalado el "whatsapp" (de momento).
Besotes.
Pepi B, un placer, una alegría, tener tu visita. Lo del chat es cosa de Mónica, que es el personaje inspirado en una buena amiga pero que se mete en todo lo que hago y me critica. No me siento cómodo en los chats, ni siquiera en los privados, aunque no tengo, por supuesto, nada en contra de ellos.
ResponderEliminarBesos.
Estrella, tu sí que eres un tesoro, pero yo no soy ningún cielo, más quisiera, pero he hecho muchas cosas de las que me arrepiento. En fin, todo bien ahora, todo bien con mis dosis de oscuridad, claro, pero va, para qué me voy a quejar si tengo el lujo de poner mis escritos secretos en un blog y encontrar gente maravillosa que se detiene en mis palabras.
ResponderEliminarEse sexto sentido me ha sacado de más de un apuro, pero también me ha fallado, especialmente cuando se trata de mujeres.
Venga, a mirar la luna que ya se está poniendo gordita, a descansar y a tener dulces sueños.
Besos gordos.
Ana, te metes tanto en el significado de mis palabras, en mi mundo secreto de los símbolos, en mis intenciones y en mi pasado (y antepasados) que a veces me despierto en la madrugada y tengo la sensación de que estás conmigo en el otro lado de la cama, ja, ja. Perdona la broma, te lo digo con todo el cariño del mundo, pero no deja de ser algo de verdad: conoces mi "mundo", mis pensamientos, casi mejor que yo. Siempre te he dicho que muchos de tus versos los siento como si hubieran salido de mis manos. Quizás es solo que nos entendemos bien, quizás sea solo eso. Quizás.
ResponderEliminarQue descanses y tengas bonitos sueños.
Besos, amiga mía.
PD: en el relato se habla en efecto de media rosa blanca, pero me inspiré en la leyenda familiar y en mis antepasados de la rosa blanca (completa) de la casa de York.
Hola mi bello amigo! Venía enganchadísima con la lectura, pero tendré que esperar un próximo capítulo para quitarme la intriga de esa misteriosa dama... Interesantísimo!
ResponderEliminarSiempre bello pasar a leerte, abrazos mil.
PD: imágen y video 10 puntos.
Inti,sabes que no puedo marcharme aún,estoy ligada a tu oscuridad para marcarte el camino iluminado...¿O quizás sea al contrario?Lo importante es seguir aquí para disfrutar de buenos momentos.
ResponderEliminarMi abrazo enorme,enorme
Te acabo de descubrir y quedé atrapada en tu excelente narrativa, no he leído los anteriores capítule, pero me pondré al día , no lo dudes...
ResponderEliminarBesitos en el alma
Scarlet2807
Un intrigante texto donde tu excelente narrativa te envuelve y te atrapa.
ResponderEliminarBesos.
Lunna.
Sendo seres duais vivemos a bipolaridade do bem/mal, ficção/realidade, alucinação/ lucidez...
ResponderEliminarO importante é deixar fluir "o momento", é com ele que escrevemos a nossa história.
Beijos
Sendo seres duais vivemos a bipolaridade do bem/mal, ficção/realidade, alucinação/ lucidez...
ResponderEliminarO importante é deixar fluir "o momento", é com ele que escrevemos a nossa história.
Beijos
Cristina, me alegran mucho tus palabras, a veces entra pereza a la hora de poner nuevas entradas y tus comentarios la verdad es que me dan bastantes ánimos.
ResponderEliminarBesos.
Mor, será mejor que estemos ligados por nuestra parte de luz, la oscuridad es nuestro punto debil porque no es que sea mala, es destructiva solo para nosotros. Bueno, tu descansa y cuídate.
ResponderEliminarBesazos.
Lunna, no sabes la alegría que me da verte por aquí.
ResponderEliminarBesos.
Scarlet, gracias por tu visita, me alegro de que te guste este rincón de palabras y sentimientos. Me pasaré a visitarte a tu página.
ResponderEliminarUn beso.
Guímel, tal como dices, esa parte del mal es una proyección del interior de uno mismo en lucha con esa dualidad.
ResponderEliminarBesos.
" te buscaba con el afán devorador
ResponderEliminarde quien ansía desentrañar un misterio" JM estas palabras me han tocado fibras sensibles y estas palabras tuyas :
Todo menos sus ojos: ambarinos, casi traslúcidos, sin proyectar la más mínima expresividad o emoción. Acusé la descarga de su mirada muerta rastreando mis pupilas y una punzada de dolor se instaló entre mis sienes.
Cada vez que te leo me dejas sin aliento
Los quiero mucho a los dos , besos desde mi corazón
Super intrigante ala a esperar la proxima entrega una delicia leerte amigo mil besos mil
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