miércoles, 7 de abril de 2010

MUJER DELANTE DE UN CUADRO DE TURNER (III): REBECA



 Joan Fontaine. Rebecca ( Hitchcock,1940)


La voz inmóvil.
Pero el cuerpo sabía donde se hallaba la torre del deseo, el ansia sobrepasada como una ofrenda.
La voz sujeta, mientras besaba a Miriam en el ascensor que nos subía a mi piso.
De repente, el semblante de Miriam se difuminó hasta convertirse en una nube borrosa y en su lugar surgieron las facciones de la otra, de la mujer que había amado. Tomé  con suavidad su rostro entre mis manos y rocé sus labios con los míos. Era, más que nada, un gesto de ternura, pero Miriam, ajena al efecto que me provocaba la visión, reaccionó excitada y apretó su vientre contra el mío. 
La cabina del ascensor era pequeña y hacía calor.
-          Hace calor –susurré, apartando mis labios.
-          Hummm –gruñó ella, mordisqueándome el lóbulo de la oreja–. Quítate la ropa.
-          Ya casi hemos llegado.
Permanecimos unos segundos a oscuras en la entrada del piso antes de que encendiera la luz. Si alguien me conociera bien, hubiera dicho que mi intención era dar tiempo a que las pesadillas y las luctuosas formas de pensamiento que se acumulaban día tras día se esfumaran del ambiente. Al fin y al cabo –pensé con ironía–, yo amaba a los espectros.  
-          ¿Qué ocurre? –preguntó Miriam con cierta alarma.
-          Nada –respondí accionando el interruptor de la luz–. Ven. Adelante.
La conduje hasta un sofá de dos cuerpos tapizado en negro. El apartamento estaba decorado con predominio de blancos y oscuros.
-          No te has calentado mucho la cabeza adornando tu casa.
-          Se llama estilo minimalista.
-          Sé lo que es el minimalismo, pero me resulta un poco frio.
-          Está pensado para que los protagonistas de una vivienda sean las personas, no los muebles ni los adornos.
-          Vale, vale, es tu casa. Pero insisto en que es frío. Hasta tú has perdido ese… ese calor que tenía antes.
-          Qué va. Es que tampoco traigo chicas a casa con mucha frecuencia.
-          No me lo creo.
Miriam no había llegado a sentarse. La cogí por la cintura, subí mis brazos acariciando su espalda y volví a besarla. Me separé unos centímetros de su rostro, enredé un mechón de su pelo entre mis dedos y lo toqué con los labios. Me atraía el olor y el tacto de su cabello. Y, por alguna razón, me resultaba familiar.
-          Siéntate un poco –acerté a decir–. Perdona si ves desorden. Voy a traer unas copitas.
-          A mí no me apetece, pero si tú quieres.
-          Oh, sólo un chupito de un vodka muy especial. No es nada fuerte, ya verás.
-          Bueno, pero no tardes.
Aunque ella lo desconociese, llevaba razón. Tenía que apresurarme.  Conforme avanzaba la noche, mayor era mi vulnerabilidad a la llamada de los pulsos muertos de un recuerdo.
Regresé enseguida con dos pequeños vasos rodeados de escarcha. Miriam husmeaba mis libros.
-          Dylan Thomas, Rilke, Castaneda, El Libro de Nod… ¿De qué va El Libro de Nod?
-          Es un supuesto texto “histórico” sobre la evolución de una raza de vampiros. Un libro maldito, dicen.
-          Qué barbaridad. Vaya una mezcla que tienes.
-          Es que le doy un poco a todos los palos, para entretenerme.
Miriam desvió su mirada de los libros y me escudriñó con curiosidad, analizando el sentido de mis palabras.
-           Me refiero a la literatura –aclaré–. Para otras cosas, me gusta más lo clásico: chico encuentra chica y, bueno…
-          Ah, pues yo creo que hay que probarlo todo. En la variedad está el gusto.
-          No, si me parece bien, me parece bien. Pero yo ya te digo que yo no… eso.
-          Ay, qué gracia. Te has quedado cortado, y hasta te has puesto como un tomate.
-          Mira, me estás liando. Ya no sé ni de lo que hablo. Venga, toma este vaso y vamos a brindar.
-          ¿Qué prisa tienes?
¿Prisa? Si tú supieras.
-          ¡Salud! –proferimos a la vez.
Vaciamos el contenido transparente de los vasitos y los colocamos encima del mueble donde estaban los libros.
-          Huy, esta bebida es peligrosa, entra que no te enteras –exclamó, Miriam.
-          Igual que tú. Me refiero a que me encanta estar aquí contigo. Me gustas.
-          ¿Sí? ¿De verdad que te gusto? Ven aquí.
Esta vez fue Miriam quien se pegó a mi cuerpo, enroscándose como la yedra. Apenas me dio un beso fugaz, retiró los labios de mi boca y deslizó con lentitud su lengua, húmeda, cálida, sobre mi cuello. Aspiré el perfume de su piel y el aroma se adentró en mis venas multiplicando el efecto del vodka.
Empecé a sentir que flotaba. Miriam me estaba poniendo como una moto. Y eso era justo lo que necesitaba: pasión y olvido.
-          Puf, puf, puf –resoplé.
-          ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? –preguntó Miriam.
-          Sí, sí. ¿Qué tal si vamos al dormitorio? Estaremos más cómodos.
-          Vale –accedió ella, dándose la vuelta–. Ostras, JM, ¿qué es eso?
-          ¿Qué? ¿Qué va mal ahora?
-          Los vasos.
-          ¿Qué les sucede a los vasos? –pregunté, buscando los vasos.
-          No, no mires ahí. No están donde los hemos dejado. Están aquí –dijo Miriam señalando a la mesa junto al sofá– Y están llenos otra vez. ¿Qué clase de truco es éste?
-          ¿Truco? Yo no he hecho ningún truco. He estado todo el rato contigo.
-          ¿Y qué hacen también sobre la mesa esos DVD? No estaban antes. “Rebecca” –dijo tomando el primero de los tres DVD que hallaban apilados cuidadosamente en el extremo de la mesa– “Rebecca” y “Rebecca”. ¿Qué juego es éste?
-          No es un juego, te lo juro, Miriam. Los DVD son míos; estarían encima de la mesa y no nos habríamos fijado en ellos. A veces ocurre, te distraes con otros detalles.
-          Creo que será mejor que me marche –dijo, resuelta.
-          Espera, espera. Haz el favor, Miriam. Siéntate un poco y tranquilízate. Estás alterada por una nadería. Lo estábamos pasando muy bien. No hagas un mundo de cosas insignificantes.
Miriam dudó un momento y por fin tomó asiento con expresión malhumorada.
-          Soy un poco bruja. Mi madre lo decía. Y me da a la nariz de que aquí hay algo raro. ¿Para qué quieres tres DVD de una misma película?
-          Pero distintas ediciones. Es como el que colecciona ediciones de un libro que es una obra maestra. Son aficiones, no veo que haya nada de extraño.
-          ¿Y para ti Rebeca es una obra maestra? Yo he visto una versión moderna, y la otra, la que es en blanco y negro, también la vi en la tele; aunque no aguanté hasta el final, es, no sé, un poco opresiva y siniestra.
-          Pues te perdiste el final de la auténtica película. Para mí, esa es la obra maestra, la que hizo Hitchcock en 1940, con Joan Fontaine de protagonista.
-          Ya, ya. Hay gente que os gusta el cine clásico y todas esas martingalas, lo entiendo, pero la peli no es como para levantar el ánimo. Yo diría que es enfermiza. Si no recuerdo mal, va de una mansión, Manderley, creo que se llamaba, donde todo gira alrededor del recuerdo de una mujer muerta.
-          No hace falta que sigas contándome el argumento, ya veo que conoces la película.
-          Sí –continuó Miriam, ignorando mi observación–. El marido seguía obsesionado con su mujer fallecida. Y aunque llega a casarse otra vez, la presencia de la otra sigue siendo aplastante hasta que…
-          Miriam, por favor, por favor, te he pedido que lo dejes ya. Cambiemos de tema de conversación. O mejor…
-          ¿Mejor qué? No me gustan esos suspenses. Habla claro, hombre.
-          Nos vamos al dormitorio, como habíamos decidido antes. Y nos olvidamos de cualquier asunto que no sea de nosotros.
-          No sé si ahora es ya buena idea. Mi instinto me dice que debería coger la puerta y largarme.
-          ¿No decías que te gustaban las emociones raras, que había que probarlo todo?
-          Sí, aunque no estaba pensando en esta clase de “emociones”. En fin, vamos, en el fondo me gustas.
-          En el fondo, ¿eh? Estás preciosa con ese aire de misterio.
-          Aquí, el único misterioso eres tú. Tú y tu casa. Que cualquiera diría que es el Manderley de la película. Vamos –accedió al fin, levantándose del sofá–. Pórtate bien.
-          Como tú te mereces.
-          Con que no me des más sustos, iremos bien.
Conduje a Miriam de la mano hasta el dormitorio. Toda la casa tenía un sistema de altavoces conectado a radio por internet, y en aquel momento sonaba “Deep At Night” de Ercola & Heikki:
“Can you feel me deep
Deep at night
Can you feel me”


 Admití en silencio que no era la música más apropiada para las circunstancias, pero no quise perder tiempo buscando otras melodías. Además, hubiera apostado a que Miriam no entendía un pimiento de música “house”.

Al entrar en la habitación, creímos percibir el destello de un vaho luminoso y pálido. Provenía de los escasos haces de luz de luna que alcanzaban el interior, pero daba la impresión de ser la antesala de un camino batido por los ojos de lo sobrenatural.
Encendí con rapidez una pequeña lámpara de mesa para disipar cualquier aprensión.
Estábamos en el filo de la cama. Me acerqué a Miriam para rodearla con mis brazos, pero ella me empujó con delicadeza para que me tumbara de espaldas sobre la cama. Se sentó a mi lado y se lo tomó con calma para quitarse los ceñidos pantalones que vestía. Continuó desabrochándose la blusa mientras cabeceaba moviendo su cabellera para observarme de reojo.
Sentí de nuevo que mi piel ardía, que mi carne ardía en todos los posibles mundos de lujuria. Me incorporé hasta abrazarla por detrás y empecé a recorrer su espalda con mis labios.
En mi interior crecía un animal. Un animal durmiente que era inmune a la nostalgia, al dolor que algunos recuerdos derriten sobre el alma. Sólo quería saciar un instinto urgente; probar, en los huecos de otro cuerpo, que se sigue viviendo.
Cuando mi lengua recorría la parte baja de su columna me di cuenta que había algo escrito en la parte trasera de sus braguitas: “Agent in love.”
“Es traviesa la chica” –me dije, divertido, sintiendo que aumentaba aún más mi excitación.
-          ¿No notas que hace frío? –dijo de improviso Miriam, cortando mis fantasías.
-          ¿Frío? No sé. ¿Quieres que suba la temperatura del climatizador?
-          Sí, anda, por favor.
-          Enseguida.
-          Mientras tanto yo voy un momento al cuarto de baño.
-          A tu derecha. No tienes más que abrir esa puerta.
-          Gracias. No tardo nada.
-          No te preocupes. No me voy a ninguna parte.
Cada mentira que me hacía a mí mismo, cada palabra que actuaba como una mordaza, no me liberaba del dolor. Eran lágrimas al agua, arena en la ceniza gris, oscuridad donde muere el sol.
Apoyé la cara en el cristal de la ventana y besé su frialdad. En el cielo nocturno las alas de un gran pájaro negro se deshacían mientras volaba hacia donde yo estaba. Minúsculos puntos más oscuros que la noche. Como una lluvia que azotara desde el reino de los muertos.
El grito de Miriam me apartó de mi ensimismamiento.
-          ¡Miriam! ¿Qué te pasa? ¡Responde, por Dios! Abre la puerta.
Abrió la puerta. Sus grandes ojos castaños tenían el aspecto de haber atisbado el horror de lo imposible.
-          Acabo de ver una sombra detrás del cerramiento de la ducha.
Descorrí de un golpe, con furia, los paneles de la ducha.
-          Aquí no hay nada. Habrá sido un reflejo de las luces.
-          Que no. No era un reflejo. Y, más que una sombra borrosa, lo que he visto ha sido la silueta de una mujer. Una mujer desnuda dentro de la ducha.
-          No sé qué decirte. Esta noche la imaginación nos está jugando malas pasadas.
-          No es la imaginación. Aquí hay un ambiente, una atmósfera, muy extraña. Algo sucede. No sé si lo provocas tú o te persigue a ti. Si yo fuera otra clase de persona, una persona común y corriente, saldría corriendo ahora mismo de tu casa. Apesta a fantasmas.
-          Pero qué dices, mujer.
-          Ya te dije que soy un poco bruja. A veces veo cuerpos transparentes, sobre todo en lugares donde ha vivido gente que ha muerto violentamente. También puedo ver un halo rodeando a las personas, lo que han llamado aura. De niña era más frecuente, ahora cada vez veo menos cosas anormales; lo que es una suerte. Pero, nada más conocerte, en la galería de arte, tuve la visión de una mujer justo detrás de ti. De hecho, por un instante, pensé que ella iba contigo; en carne y hueso. En seguida me percaté de que sólo era una visión. Me caíste bien desde el principio, no sé, sentí tu tristeza, tu desamparo, y decidí dejar que me  acompañaras. Pretendí engañarme diciéndome que esa visión tenía que ver con la galería y no contigo. Pero lo cierto, JM, lo cierto es que, aparte de la casa, tú también apestas a fantasmas.
Incapaz de responder a las conjeturas de Miriam, o demasiado cansado para ello, me senté encima de la tapa del inodoro.
-          ¿Por qué tienes en un cajón toda esa cantidad de productos de cosmética, y el frasco de Chanel y todo el resto de cosas que usamos las mujeres? ¿Es que estás viviendo con alguna mujer y hoy estaba de viaje? –inquirió Miriam, sarcástica.
-           No hay ninguna mujer viviendo aquí.
-          Pues entonces la hubo, ¿no? Es ella, la que he visto aparecerse en la ducha. Es tu Rebeca.
-          No se llamaba Rebeca.
-          Su nombre era Raquel, ¿me equivoco?
-          ¿Cómo lo has averiguado?
-          Porque antes, cuando me estabas besando, me has llamado Raquel.
-          ¿Yo? ¿Te he llamado yo Raquel? Habrá sido un lapsus; se me habrá trabado la lengua.
-          Claro, como Raquel y Miriam suenan igual –se burló Miriam.
-          Basta. Da igual. Me he equivocado. Pero no quiero que continúes hablando de ella.
-          Lo ves. Has convertido el piso en tu particular mansión de Manderley. No es una casa, es un lugar de culto a una persona que ya no existe.
-          Para mí sigue existiendo. Tú no podrías entenderlo ni en mil años –dije en un tono de voz agresivo-. Hasta que conocí a Raquel no era consciente de que vivía en el vacío de un corazón insensible al amor; que andaba medio a ciegas bajo un cielo de luto, sin sol y sin estrellas. Ella fue como una ráfaga de fuego. La primera vez que nos miramos sentí que me arrastraba una ola de viento a través de paraísos antiguos, a través de firmamentos maravillosos que dejaron de existir hace millones de años. Es imposible explicarlo.
-          Cálmate. Trato de comprenderte. Te has expresado muy bien; te transformas cuando hablas de ella.
-          Yo no lo hubiera creído antes de conocerla. Me hubiera sonado a historieta de novela romántica. Así que no te preocupes. Y perdona que haya levantado la voz.  Te dejo para que te vistas. Te llevaré a tu casa.
-          No hace falta, puedo coger un taxi. Pero no ahora. Quiero quedarme contigo esta noche –dijo Miriam con tranquilidad.
-          ¿En serio? No te asusta la… aparición. Además casi preferiría quedarme solo si no te molesta.
-          No me asusta la aparición. Me ha pillado por sorpresa, pero no es el primer espectro que veo, ya te he dicho. Y  no quiero que te quedes solo, es la peor idea que puedes tener.
-          Te lo agradezco, Miriam, pero es mi problema. En realidad, ¿qué puede importarte a ti?
-          ¿Por qué no dejas de castigarte? ¿Es que no piensas que puede haber otras personas que les guste estar contigo, que puedan quererte?
-          No. Que no pienso en ello, quiero decir. Trabajo, hago ejercicio, y cuando salgo es para divertirme, para no darle vueltas a la cabeza. Así de simple.
-          Pues esta noche voy a ser tu compañía. Tú me has invitado, ¿recuerdas?
-          Sí, claro, pero no a una velada de espiritismo –respondí, intentando un mal chiste.
-          Tú me has invitado a tu casa–insistió Miriam, obstinada.
-          Sí. Yo te he invitado a mi casa –repetí para que se quedara satisfecha.
-          Y es lo que voy a hacer: quedarme contigo.
Miriam entornó los ojos y volvió a abrirlos buscando mis pupilas, como si allí, en sus cráteres, durmiesen mis secretos. Sin resistencia, me abandoné a la mirada de Miriam, atravesando un tiempo vivificado para amar, islas donde era dueño y señor de pequeños cielos, estanques donde me hundía en la paz del perdón.
-          ¿Quién eres tú realmente, Miriam? Hay momentos en que se diría que viven distintas personas en ti.
-          Soy lo que tú quieras ver en mí, lo que quieras buscar en mí. Esta noche todo está permitido. Pero, al margen de ello, sólo soy una mujer más. La mujer que encontraste delante de un cuadro de Turner.
De nuevo en el borde de la cama, Miriam colocó una mano ligera como el vapor sobre mi hombro, indicando que me tumbase.
-          Me temo que no estoy en condiciones de ser una buena compañía. Hazme caso, márchate.  Lo que necesito es relajarme.
-          ¿Tienes algún problema en relajarte conmigo? No pienses en nada. Déjate llevar.
De madrugada, cuando la noche todavía era una herida profunda que daba cobijo a sus criaturas, Miriam estaba despierta. Permanecía de pie, junto a la ventana, sin ropa, como un ángel de la oscuridad. Sus ojos brillaban con el fulgor de una llama lejana y en su rostro se dibujaba una sonrisa indescifrable.
No me desperté hasta bien entrada la mañana.  Al principio, mis parpados lucharon por abrirse; parecía que alguien hubiese vertido una capa de aceite sobre ellos. Pero cuando abrí los ojos por completo, me sentí despejado, descansado.
Y solo.
Me senté en la cama de un salto. Una paloma, asustada, batió sus alas contra el cristal de la ventana.
Sobre la mesilla se encontraba el libro de poemas de Dylan Thomas.  Entre sus páginas asomaba un trozo de papel azul claro que había sido utilizado como marcador. Abrí el libro y miré el papel: era una entrada de la galería de arte para la exposición de Turner. El poema que estaba en esa página se titulaba “And death shall have no dominion”.
Y yo conocía los versos de memoria.

“Aunque se hundan en el mar, surgirán de nuevo,
 Aunque los amantes se pierdan, el amor, no;
 Y ya la muerte no tendrá dominio." 
Puede que no seamos nosotros los que creamos a nuestros sueños, sino que nuestros sueños nos creen a nosotros.

 

Mujer delante de un cuadro de Turner (III) Rebeca.
El intimista secreto.
Escrito en La Manga, tarde-noche de viernes santo, viento de levante, dos (quizás tres) dedos de Moskovskaya.

Can you feel me deep
Deep at night
Can you feel me
Deep at night
Deep at night

Ercola & Heikki - Deep At Night

7 comentarios:

  1. Intimis que ESCRITOR eres!! que guay!
    Y bruuuuuuu que miedo...no vaya a ser que me tiren con la hondera, como a Miriam ja ja.
    Luego vuelvo a sobrevolar por aquí, para dejarte impresiones más detalladas. Debo investigar, esto requiere un análisis cuidadoso; como me diviertes TK.
    Chaucito, te dejo una plumita para que te acompañe.

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  2. Holita Intimis estas ahí?? para la próxima deja, porfa la ventana abierta porque aterrizó muy rápido, me voy a estampar la ñatita (nariz) contra el vidrio. Yo no soy un fantasma, no puedo atravesar las paredes; soy peor, porque estoy viva y loca jaja.
    Lo de tu foto está super, pareces rodeado por un halo fantasmal: the mysterious man...el acertijo.
    Bueno mas seriedad (me coloco las gafas y voy a clasificar) vamos al meollo del asunto: Análisis del relato: "el ansia sobrepasada como un ofrenda" magistral. Como describes tus sentimientos por ejemplo, ese gesto de ternura que Miriam no supo descifrar, invita al lector a entender y hasta ponerse progresivamente en el lugar de tu personaje, de lo que lo siente, y hasta en cierto punto identificarse con su padecer.
    Cuando "gruñe" ella, se me asemejo una lobizona, será porque yo no gruño, ronroneo jaja; pero congenia con la sensualidad desbordante del personaje femenino.
    La decoración de la casa para dar pie, al tema de la frialdad que Miriam percibía se había apoderado de JM, un muy buen recurso.
    De a poco nos vas introduciendo en un clima misterioso, uno desea saber que sucede, en ese departamento. Y los decibeles de la intriga va subiendo más y más, con un clima natural, porque el dialógo y la acción entre los personajes se deasrrolla de esta manera (beben, hablan sobre libros y demás), pero sin menguar la tensión y el suspenso.De repente cuando todo parecía andar "bien" llega el efecto sorpresa con los vasos y los dvd, alcanzando su punto de máxima tensión cuando ella toma contacto visual con el tercer personaje, el eje central en todo el relato (me hiciste saltar del sofá, que miedito) La charla en el baño me encanto, creo un clima de distensión luego del sobresalto y permitipo seguir comprendiendo el sufrimiento de JM. La comparación con la peli de Hitchcock, viene como anillo al dedo.
    Y cuando creía que todo estaba perdido, ufa!! se malogró la noche. Miriam asume una actitud inesperada, decide quedarse, y así lo hace, lo que lleva a pensar como lectora romántica, que quizás por su fuerza y valor sea la mujer ideal para rescatar a JM de su fantasma y penar (en ese momento se clava la duda, ella retornará o todo quedó ahí ??)
    Y el final es un cierre perfecto: el libro, la entrada de la expocisión y las palabras del poema, las cuales llevan a concluir finalmente; que es más problable que lo de Miriam quede allí, que JM quedé como hasta ahora: siga prefieriendo la compañia de su fantasma "Aunque los amantes se pierdan, el amor, no y la muerte ya no.." Muy romántico y conmovedor, esa fidelidad de sentimiento, más allá de la muerte, un amor con mayúsculas como los que me gustan a mí.
    Clasificación: 10(diez)Superlativo.
    Concluido el análisis , te digo que escuche el tema, y como bien aclaraste, ni con pegamento iba para la ocasión; pero quedó
    simpático. Ya lo escuché, y gracias a ti Intimis, estoy congeniando cada día más con la música house, baile como descosida y descaderada jaja ; aunque no dejo de escuchar lo otro, ya sabes soy multifacética. Escuchando este tema, encontré otros; el que me gusto es uno de Groove Coverage "I'm my dreams". Me faltó como siempre snif.. la bebida, pero haciendo uso de esta imaginación atrevida que Dios me dió, hago de cuenta que tomó el vodka fresa que seguro me va gustar muuummmm, lo que tenga fresa me mmmmm pierde.
    Y a falta del paisaje vi tu enlace a playa Mar menor y Manga, y te comprendo yo si tuviera un lugar allí , me voy todos los findes (fin de semana) no me ves ni pelo jaja. Bueno te dejo porque me canse los deditos, luego de este comentario exhaustivo, cuya culpa la tiene mi curiosidad (la curiosidad mato al gato) emprendo vuelo. Besitos gordototooooteeessss y de naricitas. Nos vemos donde sabes. Miauuu.

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  3. Hola, Melody, gatita, no te preocupes que dejo la ventana abierta, estás en tu casa.
    Tu comentario me ha sacado los colores, soy un poco tímido para estas cosas. La verdad es que cualquiera que leyese tu comentario antes de leer mi texto pensaría que he escrito algo bueno y lo único que hace bueno al relato son tus palabras de elogio. Lo demás es entretenimiento puro, maneras de expresarse, de sacar recuerdos y darles forma más novelesca. No vale nada. Son tus ojos los que le dan un significado. Pero tu detenido paseo por las palabras de este relato me llena de emoción y gratitud. Además soy consciente de que algunas formas de expresión os resultan en tu país un poco chocantes e incluso, no lo sé, desagradables. Por eso agradezco más tu comprensión.
    Lo que más me impresiona es que sabes meterte en las rendijas de mis sentimientos, en lo que quiero decir y por qué lo quiero decir. Pocas personas que me conocen hacen eso.
    Un apunte: en el papel de chica buena-chica mala de Miriam hay un detalle que puede pasar por alto pero es clave en el relato, sobre todo para comprender el camino que seguirá JM. Se trata de cuando se describe a Miriam en mitad de la noche, levantada, desnuda, sola, con una extraña mirada y una sonrisa que es aún más extraña. Eso enlaza con la pregunta de JM: ¿Quién es Miriam?
    Todo lo demás que has analizado y comentado, me ha dejado sorprendido por su precisión. Aparte de tu más que generosa valoración.
    Voy a escuchar In my Dreams de Groove Coverage.
    Dejaré este texto arriba durante unos días para dar descanso a los otros dos o tres lectores que (tirando por alto) que supongo que tengo, ja, ja. Ha sido un relato largo, pero me daba pena fraccionarlo o resumirlo. Perdón.
    Gracias, corazón, gracias de verdad por el ánimo y el cariño de tus palabras y tu compañía.
    Besos de esos como rosquillas.

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  4. Intimis...miauuu. Yo nuevamente,perdón no quiero parecerte una pesada, no me constestes, no es necesario. Solo quería decirte algo, como no tenía otra forma de comunicarme contigo, he tenido que hacerlo por aquí, también discupa, si meto la pata (si te causa incomodidad, luego de leer, puedes suprimir este comentario para que no lo lean, no hay problema); pero no he podido con mi genio (te había dicho que soy algo terca?? jaja) cuando una idea me asalta la cabeza le doy a full, nunca dejo de poner todo de mí.
    Y el comentario que hiciste me dejo pensando, y no te voy a mentir: un pcoo tristilla, porque te percibí desganado con tus escritos, que a pesar que opines lo contrario son muy buenos.
    Así que te quería pasar unas direcciones que yo use para aumentar las visitas y por ende los lectores a mi blog, y me ha dado resultado. Ignoro si te interesa, lo dejo a tu criterio y obviamente libertad de decisión; pero al menos te ayudará para ver que no soy la única que opina lo mismo respecto a lo que escribes y a tu sitio.
    Te paso las direcciones, las tengo camufladas en mi sitio, menos la de blogrolling que hay que dejarla para que se vea, pero esta muy mona jaja, van pasando los avisos de tu blog y de los otros.
    www.blogrolling.com/
    www.clickcandstick.com
    Y finalmente dos sitios que no son foros, son espacios donde publicas y te comentan, haces "amigos" para intercambiar links y enlaces.
    http://salvadorarnaublog.blogspot.com
    (es boherase autores)
    http://sinalefainternacional.ninf.com
    (es Creatividad Internacional)
    Por supuesto se supone que el intercambio es mutuo, aunque a veces no suceda así.
    Bueno ahora me siento mejor, roroneo jaja, TK amigote (lo de las rosquillas mmmmmm, que rico) Besitos de chocolate para tí, y en esta ocasión jaja te dejo una plumita color púrpura.

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  5. Gracias, Melody. Eres un cielo, de verdad. Pero no te preocupes, no estoy triste porque se acerquen a esta página pocos lectores. Escribo porque me gusta y me ayuda a no pensar en otras cosas. Me iré de aquí un día como de otros sitios. Sé que hay gente maravillosa que ha estado a mi lado. Que está a mi lado. Igual que lo estás tú ahora. Y saber eso, ya es un premio fantástico, un premio que no merezco.
    De todas formas, tomo nota de los consejos que me das para hacer más abierto mi blog. Aunque no sea esa mi intención.
    No me importa que me escribas los comentarios que quieras (con permiso de mi tío).Para eso están los blogs: para que las personas amigas pongan lo que quieran. Aparte de eso, he puesto una imagen con mi correo, ya que al parecer falla el vínculo al correo que hay en el perfil.
    Gracias otra vez, sobre todo por hacerme compañía.
    Recojo una cuantas plumitas por aquí y te las guardo para otra visita.
    Besos.

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  6. Me ha gustado el relato y, aunque pasé miedo, llegué al final aliviada.
    Me encantaron los últimos párrafos.

    Esa película siempre me impresionó. Siempre recuerdo a la protagonista asustada en aquella casa fantasmal. Seguro que sabes que el título de esa película dio nombre a un determinado tipo de chaquetas ¿no?

    Saludos.

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  7. Blue, muchas gracias por tu comentario. Encantado de que hayas pasado por aquí. Me alegra de que a pesar de ser un relato un poco gótico, te haya gustado. También en tu pagina de Brigadoon hay a veces textos o videos así como misteriosos. Y me chiflan.
    La película de Rebeca (o Rebecca) es impresionante por el clima de tensión, la ambientación y el papelazo de los actores. Son de esas cosas que no se pueden repetir por mucho avance tecnológico que exista en el cine.
    Sí, conocía esa anécdota: la película fue un gran éxito cuando se estrenó en la España de la postguerra. La chaqueta de lana que lleva la protagonista hizo que a partir de entonces todas esas prendas se llamasen en España "rebecas".
    Un fuerte abrazo.

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